Había pensado empezar esta columna diciendo: abraza tus contradicciones. Pero me ha sonado tan a libro de autoayuda, que lo voy a descafeinar un poco y lo dejaremos en: asume tus contradicciones. Ojo, que es algo que me digo a mí misma, que no soy yo nadie para hablar en imperativo, aquí que cada cual asuma lo que le parezca. Pero como decía, yo tengo que asumir mis contradicciones y es algo que me pasa a diario. Lo de las contradicciones. Lo de asumirlas me pasa menos, porque no siempre me doy cuenta y eso a veces me genera frustración… pero vamos a dejarlo aquí que, si no, tendré que pagar a Anuncios por usar esto como terapia.
A lo que íbamos, a las contradicciones. Mientras gran parte del día lo paso pensando en las redes sociales de manera profesional, hay otra gran parte del tiempo que me recrimino a mí misma y a los que me rodean por utilizarlas demasiado. Mientras pienso en qué cosas puedo hacer para que la gente se quede pegada al menos a las cosas que hacemos nosotros, yo me alegro cuando el porcentaje de uso de mi semana ha bajado. Pero no sé de qué me extraño, si yo soy un mar de contradicciones, pero quien esté libre…
Sin ir más lejos, (bueno un poco lejos sí que está) en Estados Unidos están pendientes de que el Congreso apruebe una ley para cerrar TikTok y pese a que por allí andan tan enfrentados como por aquí, resulta que esta ley es de las pocas que ha suscitado un gran apoyo tanto por demócratas como por republicanos. Incluso el presidente Biden ya ha avisado de que si la ley llega a su mesa la firmará… pese a que su partido ha abierto una cuenta en dicha red social para conseguir llegar a la GenZ y a sus votos.
Podría sentirme aliviada y pensar que da igual que duermas en La Casa Blanca o en Malasaña, las contradicciones nos igualan a todos, pero la verdad no siempre me alivia. No me alivia pensar que quizá haya dado mis likes, que hasta que llegó el escaneo de iris era casi lo más preciado que teníamos, a una de esas influencers que maltrataban a sus hijos para que salieran monos en sus stories. O, peor todavía, podría haberla contratado y pagado en busca de sus likes para alguna marca y que, como yo, hayamos sido millones.
Asumo esta contradicción igual que asumo que no sé a dónde nos va a llevar la IA ni qué alcance tendrá la escabechina que seguramente va a perpetrar en nuestra profesión, pero aun así, quiero aprender sobre ella. Aunque aquí quizá no sea tanto una contradicción, como hacer caso a Sun Tzu y su: “Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no necesitas temer el resultado de cien batallas”.
Pero mis contradicciones no solo se dan en lo laboral. Este fin de semana, sin ir más lejos, acabé viendo una serie policiaca (y esto nunca lo diré en público, pero creo que ya la había visto y me la he vuelto a tragar) en lugar de ver, por ejemplo, Afetrsun, Un amor (basada en la novela de Sara Mesa que me gustó tanto como me revolvió otra contradicción) o Los asesinos de la luna. Por cierto, que del gran Scorsesse lo que sí he visto es el anuncio de la Super Bowl y como no podía ser de otra manera lo vi en mi teléfono. Así que, un abrazo a esta y a todas y cada una de las contradicciones de las que estoy hecha. Ya sé que había dicho asumir, pero…
Gema Arias, directora general de estrategia creativa en Kitchen y socia fundadora de MásMujeresCreativas