Mientras Antonio Montero, co-presidente del jurado de la sección de grandes medios, explicaba el rigor en la concesión de premios por un deseo de recuperar un nivel que el festival nunca debió perder, en la sala se proyectaba una short-list de TV que podría sumar una razón más a la polémica decisión: escasa y con pocas piezas que levantaran aplausos.
Entre ellas, jugando en casa, Calvo fue de las más jaleadas. El resto, un par de felices chistes casi siempre argentinos, se llevaron el resto siempre. Naturalmente, siempre hay cosas destacables y quizás alguna merecería el gran premio, pero la sensación general ha sido que han faltado esos seis ocho trabajos de los que todos hablan a salida. En general, las grandes vetas de creatividad han quedado un escalón por debajo. No muy alto, eso sí. Les ha pasado a las cervezas argentinas, a los refrescos español, a Axe (una categoría en sí miso), a la automoción que sigue sin que nadie retome el testigo de las grandes campañas españolas de antaño, a pesar de la buena racha de Mercedes Benz. También un poco por debajo las telefónicas, e incluso los festivales de cine. Solamente la sección de medios mantiene un nivel comparable con una gran campaña del deportivo Olé (Y&R Argentina).
Un lista corta de neto dominio argentino y español casi a partes iguales. Ya veremos en el medallero.