Ya han pasado casi dos años desde que Bilbao se estrenara como sede del Festival El Sol. Dos años que podrían parecer tiempo suficiente para que en nuestras cabecitas se quedara ligeramente grabado este nuevo hogar para nuestro festival de toda la vida. Ahora nuestras ideas conviven con las de arquitectos de la talla de Frank Gehry, Philippe Starck o Norman Foster, en la ciudad cuyo alcalde es uno de los más laureados de todo el mundo y en la que se ha criado el escultural Fernando Llorente. Además está más cerca, bueno sobre todo si vienes de Madrid, y comer se come de escándalo como en todo Euskadi.
Aparentemente son argumentos inspiradores para que empecemos a encariñarnos aunque sea un poquito con la capital vasca, pero no. Sin quererlo y de manera irremediable te ves una y otra vez repitiendo la misma e incorrecta pregunta: “¿vas a Sanse? ”, y lo curioso es que no eras la única persona que habla como si todo siguiera exactamente igual, la gente te sigue la bola, como si nada y es que a todos nos cuesta acostumbrarnos terriblemente a las cambios. Y es que quizás San Sebastian nos recuerda una época infinitamente mejor de nuestras vidas, pero sobre todo de la publicidad. Una época en la que la pulserita que te ponían para acreditarte como delegado, no apretaba tanto como ahora. Y es que aunque suene a más de lo mismo la crisis aprieta, sí, y mucho, y para nuestra desgracia nos ha llevado a cambiar muchas cosas a las que a una le cuesta acostumbrarse.
Cuesta acostumbrarse a los miedos, a los cada vez más escasos recursos, a los presupuestos demasiado pequeños. Cuesta acostumbrarse a ver a profesionales como la copa de un pino tener que marcharse al otro lado del charco para seguir haciendo lo que saben o a la dificultad que ahora tiene un creativo junior para hacerse un hueco en una agencia. No es que antes fuera fácil, ni mucho menos, pero ahora es casi un fenómeno paranormal ver a alguien firmando un contrato. Y es que no lo puedes evitar, aunque una se ponga el chip del optimismo al venir al festival, cuesta acostumbrarte a encontrarte con sólo unos pocos, a ver menos trabajo que el año anterior, menos ilusión y sobre todo mucha preocupación.
Por todo esto este año, aunque estoy en Bilbao con la esperanza de que alguna pieza genial y desconocida me devuelva la energía que se necesita para poder asimilar tanto cambio y seguir disfrutando trabajando en esto, por todo esto yo quiero ir a Sanse.
Raquel Martínez
Directora creativa ejecutiva de McCann