Page 56 - MUJERES A SEGUIR
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# social
>> Cuando la comandante Gil decidió que quería ser guardia civil esa no era, duro, me costó mucho [las pruebas eran entonces las mismas para todos],
precisamente, una profesión popular entre las niñas. Corrían los ochenta, pero también fue muy gratificante. Es una especialidad preciosa”. Así se
los años de plomo del terrorismo etarra, que dejaron una huella profunda en convirtió en una GreimWoman. Los Greim son los grupos de rescate especial
la pequeña Silvia. “Me quedaba pegada a la televisión mirando los atentados. de intervención en montaña. Ella dirigió el de Cangas de Onís, que atiende
Todavía recuerdo lo mucho que me impactó el de la Plaza de la República a Cantabria, Asturias, Galicia y León. Después fue pionera en otras muchas
Dominicana. Y pensaba: yo quiero arreglar eso. Luego no he trabajado en cosas: la primera al mando de un subsector de tráfico (el de las Palmas), la
nada relacionado con terrorismo, pero fue lo que me hizo querer dedicarme primera oficial en hacer el curso de paracaidismo…
a esto. Lo tenía claro. En mi esquema mental no cabía la posibilidad de no
conseguirlo por ser mujer”. Una pierde la cuenta oyéndole enumerar los destinos que ha tenido, también
fuera: fue capitán oficial de enlace con la Gendarmería Nacional francesa y
Aunque, en realidad, si hubiera nacido solo un poquito antes, no lo hubiera oficial de enlace en una misión de la UE para controlar el tráfico de armas y
logrado. Hasta 1989 no hubo mujeres en la Benemérita, y hasta 1993 no terroristas en la frontera de Rafah, en Palestina. Hasta llegar al gabinete técnico
entraron en la Academia General Militar de Zaragoza, donde ella se formó. de la dirección general, que es donde ahora está. Ese movimiento, dice, es
Silvia Gil se convirtió, tres años después, en la número siete. Su paso por la habitual en el caso del personal oficial. “Cada ascenso supone un cambio de
Academia no resulto fácil. Por el cambio vital que supuso, dice, más que por destino y quien se mete a la Academia normalmente tiene intención de ir
la escasez de compañeras. “A pesar de que mi padre era militar, mi contacto ascendiendo. Se puede renunciar. Hay algunos –y digo algunos porque creo
con el ejército había sido muy superficial. El paso de la vida civil a la militar que de momento no hay ninguna mujer que lo haya hecho, por lo menos de
fue para mí un cambio muy fuerte”. mi escala – que renuncian a lo que les gusta porque por motivos familiares
prefieren quedarse en un sitio concreto. Yo he querido probar cosas distintas
Además de padre militar, la comandante Gil tiene dos hermanos guardia y tampoco había nada que me atara a ningún lado, así que he hecho siempre
civiles. Siguiendo los pasos de uno de ellos eligió la especialidad de Montaña, lo que he querido”. De hecho, esa posibilidad de moverse es una de las cosas
convirtiéndose en la primera mujer en superar el curso. “Fue físicamente que más le llaman de su trabajo. “Lo que más me gusta de la Guardia Civil es
«Me quedaba
pegada a la
televisión
Mirando los
atentados.
todavía recuerdo
lo Mucho que
Me iMpactó el
de la plaza de 30 años protegiendo y sirviendo
la república
doMinicana» Este año se celebra el treinta aniversario de la entrada de la mujer en las filas de la Guardia Civil. Lo
permitió un decreto-ley de 1988 que reconoció su derecho a acceder a las pruebas de selección. También
a las de las Fuerzas Armadas. Otros cuerpos de seguridad ya se habían adelantado (la Policía Nacional fue
pionera en este sentido y desde 1979 admite mujeres).
Hasta entonces la presencia femenina en la Guardia Civil se limitaba a las llamadas matronas. Esta
figura se remonta a finales de los años cuarenta, en concreto a 1948, cuando la Guardia Civil absorbe
el antiguo Cuerpo de Carabineros, cuya misión era la vigilancia de costas y fronteras y la represión del
fraude fiscal y el contrabando. Entonces surgió la necesidad de que hubiera mujeres para tareas muy
concretas como los registros corporales. Vestían uniforme, pero sin divisas ni armamento. Eran, por lo
general, viudas de guardias civiles o huérfanas del Cuerpo que de esta manera continuaban vinculadas
con él.
En la actualidad, y según los datos de la propia Benemérita, solo el 7% de su plantilla son mujeres,
una cifra inferior a otros cuerpos policiales y militares españoles (en las Fuerzas Armadas, por ejemplo,
son el 12,7%). Comparándonos con cuerpos similares europeos también quedamos por debajo: en la
gendarmería francesa, por ejemplo, son el 14%
En España son 5.332 féminas, de las que 113 son oficiales (14 comandantes, 36 capitanes, 57 tenientes
y 5 alféreces). De momento solo una, Cristina Moreno, ha llegado a Teniente Coronel. También hay 177
suboficiales (16 brigadas, 39 sargentos primero y 122 sargentos). Por último, hay 188 cabos primeros,
81 cabos y un total de 4.554 en la tropa, a lo que habría que añadir las 210 agentes en prácticas que se
preparan para entrar en el cuerpo. >>
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