A toro pasado, los toros desde la barrera, a buenas horas mangas verdes… todos estos refranes y frases hechas se pueden aplicar a este comentario, o sea que, por seguir, me pongo la venda antes de la herida.
Pero seguro que a cualquiera de nosotros se nos ha pasado por la cabeza lo necesaria que habría sido una campaña pública de información sobre el coronavirus, sus consecuencias y lo que se podía, se debía y no se debía hacer.
Los políticos han confiado en que un busto parlante, mejor o peor comunicador, más los medios de comunicación servirían para informar a la población. No ha sido así. El ruido que se ha organizado ha sido tan grande que solo se han transmitido los memes, las bromas y muchas noticias falsas, en texto y hasta en vídeo.
Está claro que en quien no han confiado los políticos ha sido en los publicitarios. Es una culpa compartida. Parece que ellos solo se acuerdan de la publicidad cuando se trata de conseguir votos. Parece que nosotros no hemos conseguido después de cien años de actividad, convencer a la sociedad de que la publicidad, en sus muy diferentes formas, es una herramienta eficacísima para comunicar con los ciudadanos, no solo desde las marcas, sino desde las instituciones.
Estas líneas de urgencia no dan para analizar las razones de esto último, pero pretenden que reflexionemos como industria sobre lo que hemos hecho mal y sobre todo sobre cómo podemos hacerlo mejor, incluyendo las asociaciones, en una de las cuales trabajo y que somos tantas veces incapaces de encontrar territorios comunes en beneficio de toda la actividad.
Las agencias (de todo tipo) españolas son excelentes, eficaces y, además (cosa que nos diferencia con otros países, desgraciadamente casi siempre), rápidas. Están mal acostumbradas a trabajar en las condiciones de tiempo más aberrantes y salir triunfantes. Les habría sobrado tiempo para participar en una convocatoria urgente de campaña de información contra la extensión del COVID 19.
No sé si habría sido tan necesaria esa convocatoria como la compra de mascarillas y desinfectantes para los hospitales, pero probablemente no mucho menos. Lamentablemente no se hizo ni una cosa ni la otra.
Seguimos teniendo bustos parlantes sumándose al ruido y creando más confusión que otra cosa, a pesar de sus buenas intenciones. Es lo que ocurre cuando en un Gobierno nadie sabe nada de comunicación publicitaria. Para establecer comparaciones, en el Reino Unido existe desde hace más de diez años un departamento de comunicación del ejecutivo que trabaja en campañas públicas con los principios de la economía de la conducta. Aquí trabajamos con los principios del menor coste, sin importar la eficacia en la inversión del dinero público. Así nos va.
David Torrejón es director general de La Fede