El primer gran acierto de esta campaña está en haber construido la estrategia a partir de un ejercicio de honestidad de la marca. En este caso, asumir que no todo el mundo tenía que entender sus cambios de packaging (por muy lovemark que sean), les llevó directos al tema que tenían que tratar.
El segundo acierto estratégico, que ya conecta con una parte de la creatividad, reside en haber aprovechado la exposición de sus motivos para educar en la forma de consumo del producto.
Además, en términos creativos, la elección de la historia, y su capacidad de poner en el centro al producto y al target, sin que se quede ese regusto a calzador, es un buen ejercicio. Si a esto le sumas un craft impecable, el resultado está cantado.
En general, una pieza completa, que probablemente no esté descubriéndole nada a la industria, pero que cumple de forma sobresaliente con lo que se le puede exigir a una campaña para un producto de gran consumo.
