Con la estética, pero también con la colaboración inicial del mítico Chico Ibáñez Serrador (un ‘monstruo’ de la televisión en España, capaz de entretener a todo un país con ‘Un, dos, tres…’ y de aterrorizarlo con ‘Historias para no dormir’) y posteriormente de su hijo, Alejandro Ibáñez, que ha culminado el trabajo, el creativo Jorge Martínez ha construido para Save the Children y para los más de 400 millones de niños que viven en zonas de conflicto bélico un magno proyecto para denunciar los desastres de la guerra en la infancia.
Reality es un cortometraje que busca visibilizar cómo el mayor miedo que puede sentir un niño o una niña no es producto de su imaginación sino resultado de algo tan real como los conflictos armados y los daños que producen en la infancia.
Está protagonizado por Lydia Bosch y Dani Rovira, que participan de forma altruista, al igual que Carlos Latre, que hace una colaboración especial imitando la voz de Chicho Ibáñez Serrador (que no pudo mterializar su colaboración con el proyecto).
Porque todo esto empezó con la idea del creativo Jorge Martínez, impactado como tantos otros niños y niñas que crecieron en la década de los setenta bajo el imperio de los dos rombos en aquella pantalla en blanco y negro que era más negra de lo habitual para presentar Historias para no dormir. Para los más jóvenes, solo señalar que esta era una serie del género de terror que cada semana asomaba a la primera cadena de TVE. Escrita y dirigida por Chicho Ibáñez Serrador, pero que también contaba con la inigualable ayuda de su padre, el actor Narciso Ibáñez Menta, de la misma manera que, ahora, en el corto Reality de Save the Children, Alejandro Ibáñez, hijo de Chicho, ha asumido la dirección del último proyecto en el que se embarcó su padre.
Para contar una historia verdaderamente terrorífica, la de esos más de 420 millones de niños y niñas que viven en zonas de conflicto armado, el creativo ha recurrido al lenguaje de ficción que es capaz de provocar terrores nocturnos, y a sus propios recuerdos. No en vano, en palabras de Andrés Conde, director general de Save the Children, “debemos ser capaces de empatizar con ese dolor si queremos acabar con él. Nunca antes ha habido tantos niños y niñas víctimas de las guerras. Nos necesitan con urgencia”. Y el cine tiene ese poder.
Chicho Ibáñez Serrador, cuenta el propio Martínez en el texto que sigue a continuación, se mostró colaborador desde el principio, pero finalmente tuvo que ser relevado por su hijo tras su fallecimiento. El cortometraje, presentado hoy y estrenado en cines u en YouTube, acudirá a la próxima edición del festival de Sitches. Sin duda, una manera de dar mayor voz al equipo de Reality que se suma a la petición global de la organización para que todos los Estados ratifiquen la Declaración sobre Escuelas Seguras, que busca la protección de estudiantes, profesorado y escuelas durante tiempos de conflicto armado, así como garantizar el acceso a la educación de todos los niños y niñas que viven en estas zonas, entre otros aspectos.
La película más terrorífica de la historia
(Jorge Martínez)
El resplandor, El exorcista, The ring, La profecía, Carrie, IT, Pesadilla en Elm Street, Poltergeist… son obras cumbres del terror que dejaron impronta en la historia del cine y que forman parte del imaginario de varias generaciones de amantes de este género, pero también de multitud de niños y niñas que sufrimos en la soledad de nuestros dormitorios el efecto que produce un terror que, aun siendo de ficción, nos obligaba a cerrar los ojos.
Freddy Krueger, Jason, Regan McNeill, Norman Bates… personajes diabólicos e inolvidables que convirtieron nuestras madrugadas en una aterradora e inacabable pesadilla.
“Niños, la ficción es la verdad que se encuentra dentro de la mentira” (Stephen King).
Nuestros padres nos prohibian aquellas películas marcadas con dos rombos, como ahora lo hacemos nosotros con nuestros hijos. Protegerlos de un terror de ficción, de una verdad dentro de una mentira.
Mientras tanto, 420 millones de niños y niñas viven en zonas de coflicto, en lugares como Siria, Afganistan, Irak, Sudán o RDC… lo que significa que 1 de cada 5 niños y niñas sufren los efectos de la guerra, con todo el dolor, el sufrimiento, y sobre todo, el terror que esto implica para ellos.
El estado y la sociedad protegen a nuestros menores del terror de ficción. Pero, ¿quién protege a estos otros niños del terror de verdad?
“Contrario a los que muchos creen, los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan” (Stephen King)
Nuestro objetivo con esta campaña es plasmar esa paradoja a través de la creación de una película terrorífica. Y para ello creemos que no hay instrumento más poderoso que la verdad, ni reclamo más terrorífico que aquello que ha ocurrido realmente.
Una película protagonizada por niños como Bashar, Maram, Ilias o Julia, menores refugiados que han logrado escapar de la guerra pero que siguen recordando cada noche el sonido de las bombas, el grito de los heridos, la visión de sus ciudades convertidas en escombros… niños y niñas que no nos hablan de “una verdad dentro de una mentira”, sino de una espantosa verdad dentro de una innegable realidad, inaugurando así un nuevo género del terror, “El terror de la verdad”, el más terrorífico y a la vez, el más pedagógico de los géneros del terror creado hasta la fecha.
Un terror que late y vive en el testimonio de cada niño y que Save The Children, junto a todos nosotros, quiere denunciar y ayudar a mitigar, precisamente, 100 años después de que su fundadora, Eglantyne Jebb, decidiera abrir los ojos a todos sobre la situación de la infancia en el mundo, redactando la Declaración de los Derechos del Niño y poniendo en marcha la mayor organización internacional en la defensa de la infancia.
Para hacer realidad esta película decidí perder el miedo, y me lancé a proponérselo al culpable de muchas de mis pesadillas infantiles, el productor y director Chicho Ibáñez Serrador, maestro inigualable de un género que va ganando más y más adeptos en nuestro país gracias a su extraordinario legado.
Chicho ya estaba enfermo cuando traspasé las puertas de Prointel, su mítica productora, factoría de series, programas y películas que ya forman parte de la historia audiovisual de nuestro país, pero encontré en su hijo Alejandro Ibáñez al mejor aliado de todos, un joven y prometedor director que ha querido seguir la senda de su padre, y que supo ver en Realuty una oportunidad para homenajearlo y reivindicar su lado más humano.
El destino ha querido que esta sea la última producción de Chicho Ibáñez Serrador, su última “Historia para no dormir”, 37 años después de la emisión del último capítulo de la mítica serie, y el primer estreno de una película para Alejandro Ibáñez, su hijo.
Yo me siento profundamente orgulloso de ambos, agradecido porque aceptasen este envite, un reto desde el punto de vista de la comunicación, que exigía –además- grandes dosis de generosidad y entender que en este caso, el cine es una poderosa herramienta al servicio de un mensaje que busca impactar, llamar la atención y movilizar al mayor número de personas posible entorno a un drama urgente ante el que no cabe cerrar los ojos.
Estrenar Reality en el Festival de Cine Fantástico de Cataluña, en Sitges, es sólo un acto de coherencia. Sitges se ha ganado a pulso convertirse en el gran escaparate del cine fantástico y de terror nacional, europeo e internacional. Dar cabida a Reality en su programa de este año, y hacerlo, además, en su jornada inaugural, justo antes del estreno de En la hierba alta, película basada en un relato del gran maestro del terror internacional Stephen King, nos ofrece la increíble oportunidad de poner en práctica, en el mejor contexto posible, el concepto que subyace detrás de esta campaña: solo hay algo que dá mas miedo que una película de terror… la realidad.
