Otra vez aquí. Otra vez el Bataplán, la Rotonda, el barco y el Museo del Whisky. Y otra vez Odón Elorza, que ya es como de la familia.
Y a comer bien. Otra vez los pinchos de cangrejo con mayonesa, de queso con anchoas y de tortilla con pimientos, que son los más peligrosos porque repiten más. Otra vez, los pescaditos a la espalda y los chuletones que no caben en el plato. Y los zuritos y las copazas en vasos de sidra.
Y otra vez La Concha, que cuidado que es bonita (la playa, claro, no me meto en los asuntos particulares de cada uno).
Desde hace no tanto, otra vez, el Kursaal (aunque algunos nos acordamos con cariño del Victoria Eugenia); y otra vez, comentarios del tipo “la gráfica cada vez peor, así en Cannes no vamos a ningún lado” o “vaya con los argentinos, se han vuelto a poner las botas” o “esta pieza no la entiendo, por lo tanto debe ser un premio”.
En los pasillos, en las calles, en los bares, otra vez las caras de siempre, y otra vez un montón de caras nuevas, que son igualitas a las de siempre pero cuando eran más jóvenes.
Y otra vez la oportunidad de reencontrarte con todos esos amigos que todo el rato te juras que tienes que ver más a menudo, pero que si no fuera por estas cosas acabarías no viendo nunca. Y, en plena exaltación de la amistad, otra vez grandes propósitos de “no podemos dejar que esto nos pase de nuevo…”. Pero nos pasa, vaya si nos pasa (aunque vale la pena seguir intentándolo, todas las veces).
Por la noche, otra vez intrascendentes comentarios coperos del pelo “tío, estás más gordo… pero mucho” o “no sabía que te habías cambiado de agencia y menos hace dos años…” o “¿pero quién es esa con la que está Juanito?”.
Y luego, otra vez pastillita de Alka Seltzer el sábado por la mañana, y a ver la short list como nuevos.
En algún momento, o en varios, otra vez a pasear por el casco viejo; a volver a asombrarnos de lo maravillosa que es esta ciudad y desgraciadamente, a volver a lamentarnos de que unos pocos capullos no dejen vivir en paz a los que no piensan como ellos (aunque, otra vez, los lamentos serán en voz bajita, no vaya a ser… )
Carlos Sanz de Andino
Director general creativo de Contrapunto