La Asociación de Medios Publicitarios de España (AMPE) celebró hace escasas fechas en Madrid, y de ello se informa en este número, la gala de entrega de sus conocidos premios publicitarios, sin duda uno de los actos con más tradición en la agenda publicitaria nacional. Su popularidad y trayectoria son sin duda cualidades de los premios de AMPE, pero éstos no carecen de una faceta menos halagüeña, y es que en muchos casos la calibración de esta gala parece casi la única actividad que la asociación lleva a cabo.
AMPE cumple cuarenta años en 2009 y su nueva junta directiva, presidida por Jesús Quesada, con el que se ofrece una entrevista en estas mismas páginas, está dispuesta aprovechar ese aniversario para darle un impulso a la asociación y poner en marcha nuevos proyectos. El razonamiento fundamental del nuevo presidente es que AMPE agrupa a las más importantes empresas de medios de España y que, por tanto, es la más significativa asociación del sector publicitario en los que a importancia económica se refiere, y eso tiene que tener un reflejo en cuanto a presencia de AMPE en el devenir de la industria publicitaria española, al igual, o en mayor medida, que lo tienen otras asociaciones.
Es significativo, por ejemplo, el escaso protagonismo que AMPE ha tenido y tiene en momentos en que la comunicación comercial está experimentando un cambio revolucionario impulso, en gran medida, por al gran renovación que experimenta el panorama de medios. No parecería impropia de una asociación como ésta una mayor proactividad en este sentido, aunque por otro lado tampoco cabe sorprender se mucho si tenemos en cuenta, por poner un ejemplo, que, salvo los diarios, los medios españoles han tardado mucho en hacer una apuesta firme por internet y la interactividad. Cabe esperar que la loable intensificación de los esfuerzos de AMPE en el terreno de la formación que anuncia Quesada compense esta carencia.
La revolución tecnológica, por otra parte, está convirtiendo a los medios, cada vez más, en creadores y gestores de contenidos para su distribución en múltiples medios, fenómeno que muy probablemente tenga su efecto, a medio plazo, en la estructura y actividades de AMPE. En este sentido, cabrá pedirle a la misma, y aquí hablamos como parte interesada, una defensa de la validez y pertinencia de los contenidos creados por profesionales, en tiempos en los que la técnica está creando la falacia de que cualquiera puede ejercer de periodista, publicitario o guionista.
Parece claro que no debe ser fácil gestionar una asociación cuyos miembros tienen muchas veces intereses contrapuestos (aunque la existencia de grupos multimedia lima alguna arista en esta situación), pero hay que saludar con esperanza los nuevos tiempos que se anuncian para AMPE. Y esperar que, en cualquier caso, siga celebrando sus premios con éxito.
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