Tres cuartas partes de los conflictos mundiales más importantes tienen una dimensión cultural, según la ONU, y “superar la división entre las culturas es urgente y necesario para la paz, la estabilidad y el desarrollo”. Trabajar hacia una mayor diversidad e inclusión cultural es, por lo tanto, uno de los mayores retos de la humanidad, a la vez que fundamental para poder dirigirnos a un mundo más igualitario, justo y pacífico.
Pero ¿qué tiene que ver el design con todo eso?
Hasta hace poco tiempo desconocía el concepto ´decolonial design’. El término, cuya traducción sería algo como la “descolonización del diseño”, implica, en primer lugar, ser consciente de que nuestro trabajo como diseñadores y creativos está influido por un canon de belleza -masculino, occidental, europeo-, para luego refutarlo y trabajar hacía una representación más diversa e inclusiva. “Durante demasiado tiempo, los diseñadores han permanecido casados con el concepto de que lo que hacemos es neutral, universal (…) Sin embargo, las decisiones que tomamos como diseñadores son intrínsecamente políticas: con cada elección de diseño que hacemos, existe el potencial no solo de excluir sino de oprimir”, asegura Danah Abdulla en el artículo ´What does it mean to decolonize design?´.
En esta misma línea, Kat Holmes afirma que, al realizar un proyecto de diseño, tendemos a reflejar nuestras propias realidades: “nuestra solución, tiende a funcionar para las personas quienes presentan las mismas circunstancias y preferencias que nosotros. También acaba excluyendo a muchas otras personas”.
De esta manera, más allá de la estrategia de marca, el diseño gráfico se enmarca como una disciplina clave a la hora de fomentar una mayor integración social. Tanto es así que en los recientes movimientos de #BlackLivesMatter o en los materiales de concienciación producidos durante la pandemia, el diseño jugó un papel fundamental para la transmisión de un mensaje o bien unificador y de tolerancia con el prójimo, o bien impactante, a fin de despertar la reflexión y abrir el debate.
Así como afirma Burbury, uno de los principales diseñadores durante el movimiento Black Lives Matter, "un cartel no puede resolver un problema estructural”, sin embargo, contribuye a "crear un entorno en el que exista el deseo de resolver estos problemas".
Por lo tanto, podemos resumir el papel del diseño en este contexto en cinco grandes aspectos:
- El diseño gráfico es esencial a la hora de transmitir una correcta representatividad de los distintos grupos socioculturales. ¿Un buen ejemplo? Una persona con rasgos asiáticos disfrutando de San Isidro, presente en un cartel en 2018 del Ayuntamiento de Madrid (periodo en el que Nacho Padilla fue su Director Creativo). Como diseñadores, nuestra obligación es promover la interculturalidad de manera libre de estereotipos e inclusiva, así como retratar correctamente a todos los colectivos que puedan verse implicados en nuestra creación.
- El diseño gráfico es clave para dar visibilidad y poner en valor los distintos grupos étnicos y culturales. No basta con incluir. Sana Amanat abarca en una TED Talk la importancia de la diversidad en el diseño de los cómics y cómo la creación del personaje Kamala Khan -mujer, americana, musulmana-, ha sido tan significativa para millares de familias: “Al permitir que otros nos definan, inherentemente aceptamos que son definiciones ciertas, sean conscientes o no (…) Imaginen si lo que vemos en los medios reflejara de manera positiva al grupo al que pertenecemos. ¿Cómo cambiarían nuestras percepciones?”.
- El diseño gráfico dignifica los espacios públicos y genera vínculos. Las intervenciones realizadas por el colectivo artístico Boa Mistura (cuya premisa es “el arte como herramienta de cambio”) son un buen ejemplo de cómo eliminar estigmas, generar orgullo de pertenencia, y hacer que los habitantes de determinadas áreas se sientan acogidos, valorados y partícipes de la ciudad. De esta manera, la propagación de la estética y la belleza (a través del design o el grafiti, en este caso) y de elementos que generan identificación y vínculo tiene un resultado inmediato en la calidad de vida de la población e, incluso, en el aumento de la seguridad de dichas áreas.
- El diseño gráfico tiene el objetivo de facilitar la comprensión y ayudar a comunicar de manera eficiente. El diseño debe despertar emociones y sensaciones, pero antes de todo, debe lograr el objetivo de comunicar algo a alguien. Y, para que esto ocurra, el correcto entendimiento por todos los colectivos implicados es esencial. Pictogramas, iconos, traducciones a distintos idiomas… cada proyecto tendrá sus propios requerimientos y necesidades, pero es imprescindible que tengamos siempre en mente todos los públicos a los que dicho mensaje va dirigido.
Como ejemplo, podemos ver la campaña de concienciación desarrollada por Pentagram durante la pandemia: la firma ha apostado por el cartoon como forma de abordar a los diversos colectivos presentes en Queens, Nueva York (uno de los barrios más multiculturales del mundo). Además, los carteles también contaron con versiones con bocadillos vacíos para que los dueños de negocios pudiesen personalizar el contenido en sus propios idiomas.
- Por último,el diseño gráfico es clave a la hora de generar recuerdo. "Los diseñadores y calígrafos son los que moldean las memorias colectivas". Así como afirma Bahia Shehab en el artículo “Design For and From Communities”, el design debe tener en mente al colectivo y, por ello, el profesional del área debe ser consciente del impacto de sus creaciones en la sociedad. Sólo de este modo su creación será una herramienta capaz de hacernos sentir incluidos, diversos y, sobre todo, parte de un mismo gran grupo social: la humanidad.
Nuestra profesión es extremadamente importante y conlleva una enorme responsabilidad en sí misma. Como creativos y diseñadores nuestra obligación es promover la igualdad y la diversidad en todas nuestras creaciones. Al final, no tomar una decisión también es tomarla, e ignorar un problema es ser connivente con el mismo.