Diferentes visiones sobre el modo de enfocar la tan traída y llevada integración abren este número especial dedicado a las agencias. En ellas se pone de manifiesto, en unos casos de forma explícita y en otros más velada, que la importancia que se le quiera dar a ese modo de acometer el trabajo de la agencia nunca debe estar por encima de las ideas, de la creatividad. La demanda del anunciante, la progresiva complicación del panorama de medios, el creciente control del consumidor sobre su contacto con la marca, hacen más relevante que nunca el término integración, aunque en esa relevancia faltan elementos que podríamos achacar a que la palabra se ha puesto de moda. Las agencias deben ser conscientes de ello, pero al mismo tiempo no se pueden olvidar varias cosas: no todos los anunciantes ni todas las campañas precisan de integración; no todas las agencias han de ofrecer ese enfoque integrado, y, sobre todo, que la integración nunca puede ser sustituto de las buena creatividad, de las ideas potentes. Una mala campaña perfectamente integrada sigue siendo una mala campaña.
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