Hace pocos días leía en la prensa que el MIT (Massachussets Institute of Technology) publicó un paper en el que afirmaba que los españoles han pasado de ir a las oficinas del banco unas seis o siete veces al año a hacerlo una media de cuatro. Mientras tanto, las visitas al banco a través de entornos virtuales ascienden ya a una media de 150. Estos españoles a los que se refiere el citado instituto tecnológico son concretamente los usuarios que han escogido a BBVA como su entidad bancaria. La compañía es protagonista por su –cito textualmente– "audaz proceso de transformación digital". Proceso en el que el teléfono móvil tiene un peso extraordinario.
El smartphone se ha convertido en una parte indispensable en nuestro día a día y el dispositivo a través del que realizamos cada vez más operaciones; incluso podríamos compararlo con la navaja suiza del siglo XXI. España presenta cifras muy positivas de penetración de tecnología y de digitalización. El estudio Navegantes en la Red de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC) revela, por ejemplo que el 94,6% de los encuestados se conecta a internet a través del teléfono. Dispositivo que, por primera vez, supera al ordenador de sobremesa como principal vía de acceso a la red.
Otra conclusión interesante de este estudio es que el 54,1% de los usuarios encuestados usa su teléfono para realizar consultas o transferencias bancarias, noticia muy positiva para el sector financiero. Precisamente, porque la banca es un área altamente cautelosa en su tecnologización ya que implica directamente al bolsillo del consumidor y a la cesión y exposición de datos realmente sensibles. Por ello, las entidades han tenido que llevar a cabo, en su proceso de transformación, el desarrollo de herramientas de verificación y seguridad en internet y la creación de plataformas con una excelente experiencia de usuario. Manteniendo siempre una relación de plena confianza con su cliente. Por tanto, la creación de entornos seguros, que al mismo tiempo sean fácilmente navegables y atractivos es la columna vertebral sobre la que se asienta no sólo la banca de hoy, sino también la del mañana.
Vemos que el dinero es cada vez menos tangible o físico y más digital –por ejemplo, en los últimos años los bitcoins han experimentado un gran auge–. Por ello su uso y disposición es más ágil y menos dependiente del antiguo modelo tradicional de banca y sucursales. Principalmente, porque el consumidor demanda ahora mayor movilidad en sus transacciones.
VELOCIDAD
Si podemos mandar un mensaje a alguien al otro lado del mundo en milésimas de segundo o acceder a la información que deseemos al instante, ¿por qué no iban los usuarios a demandar la misma velocidad para algo tan cotidiano como pagar una cena, por ejemplo, con el móvil o acercando su tarjeta de crédito? ¿O comprarse un coche a través de la app de Amazon? Sí, han leído bien ya es posible comprarse un coche en el ciberespacio con la app adecuada.
Las aplicaciones que implican compra y venta son hoy una manera rápida y fiable de realizar ambas operaciones y el usuario las implementa entre sus hábitos con facilidad. Sólo en lo que a pagos por apps se refiere, ya suponen el 34% del total de transacciones en internet, asegura el observatorio de Bluumi.
Por eso, tanto la banca, como las compañías de telecomunicaciones y tecnológicas, tratan de ofrecer a su consumidor múltiples opciones envueltas en una experiencia fácil, cómoda y rápida para que lleven a cabo sus transacciones.
El pensamiento digital se retroalimenta de la mejora constante y de la escucha activa como motores de innovación. Aunque todo esto acaba de empezar, la banca es un sector que ha sabido ajustarse a los cambios sociales y ha conseguido utilizar la tecnología para renovarse y ser eje en los cambios que ha experimentado el consumo en los últimos años. La transformación digital, al fin y al cabo, es un medio para seguir poniendo a las personas en el centro y continuar ofreciéndoles medios para hacer su vida más fácil.
Pepe Chamorro es CEO/partner en Tribal Worldwide Spain