Últimamente está de moda todo lo lento: la comida lenta, la moda lenta y puede que la publicidad lenta. Lo slow es tendencia. Con tanta pantalla entre las manos capitalizando nuestra mirada, y tantas conversaciones corales al unísono, no sé si me apetecen más los gintonics o los libros...

Hay días en que acabo con la vista tan cansada, que leer un texto negro sobre blanco de más de cuatro líneas me parece una proeza y me perdono tirando decenas de mensajes sociales a la papelera. Otros, despierto con ganas de ver lo que pasa y tropiezo con algunos regalos inolvidables.

Hace unos meses mi amiga Mari Carmen Marco me envió uno, recibí un correo con un manuscrito. He de confesar que prefiero los ensayos a las novelas, y que además como ando metida en la hazaña de ser editora, me cuesta mucho encontrar una novela natural, que me llegue al corazón, o me haga llorar o reír como los anuncios de Coca-Cola, General Electric o el último de la Lotería... pero aquella mañana de sábado renuncié a descontar los escasos anuncios que le ha robado internet a los viejos periódicos y abracé mi IPad dispuesta a ver que de iba la novela deCaleti... y, como canta Sabina, me dieron las diez, las doce y la una y no pude dejar de devorar letras hasta llegar a la f, la i, y la n.

Me había tragado de un tirón una de las historias más entrañables, humanas y bien escritas que he leído. Tanto es así que a la mañana siguiente la volví a saborear.

De todas es sabido que nuestra profesión siempre ha sido una cantera de talento. Aprendemos el oficio de concentrar todo tipo de historias en menos de un minuto desde primero de carrera. A las más canosas se nos enseñó a correr como liebres para cumplir con las fechas de entrega, quizás por eso casi todos las brillantes novelistas o cineastas que se han ganado el pan generando riqueza anuncio a anuncio, campaña a campaña, han llegado a dominar el arte de sorprender a quienes descubren sus otros talentos muy pronto. No es el caso de Caleti, que ha esperado pacientemente a que su agenda, siempre llena de compromisos profesionales, se despejara para dejar hueco a la literatura.

Marco tiene en común con las autoras de esas novelas intemporales que nadie ha podido evitar leer y ver en versión cine y tele, la habilidad de hacerte vivir la vida de los protagonistas y empatizar con todos los personajes.

Como las más grandes, Caleti domina el idioma en el que escribe haciendo disfrutar al lector del juego de descifrar signos cargados de significado. Cada vez que recuerdo Seda y pincel sonrío, me reconcilio con la vida y engordo una tonelada al sentirme parte de este mundo de creatas, clientas y ejecutas polifacéticas. Mujeres capaces de hacer pastel de zanahoria, bailar swing o hacer ganar miles de millones a una marca... Personas que aprenden a fracasar cada vez que pierden un concurso o un cliente, pero se recuperan y siguen hacia adelante buscando soluciones viables como si se tratara de setas.

Flotar

Seda y pincel es una novela imprescindible para todas aquellas almas que en un momento u otro sufren por algo, física y/o anímicamente. Todas. La pluma de Mari Carmen Marco tiene la virtud de hacer flotar al lector en una suave y constante marea de información donde es imposible aburrirse o desconectar. Sin darte cuenta te llega a las entrañas, te conmueve y te hace feliz. Pura magia.

No dejéis de comprarla, leerla y regalarla. Seda y pincel es una de esas pequeñas piezas de porcelana literaria cuya belleza sutil y elegante te contamina quedándose contigo para siempre. Palabra de madwomen.