No es difícil imaginar qué nos dirían los maestros de la guerra acerca del caso, cada uno en su estilo. Tsun Tzu, más indirecto: "Las consideraciones de la persona inteligente siempre incluyen el analizar objetivamente el beneficio y el daño". Y von Clausewtz, yendo al grano: "Para que al oponente se someta a nuestra voluntad, debemos colocarlo en una tesitura más desventajosa que la que supone el sacrificio que le exigimos".
Para ambos y para mí, la lectura de AEDE de este conflicto no ha podido ser más equivocada, a salvo de que haya un quiprodest que desconocemos. Hasta tal punto está claro, que la pregunta más interesante sería ¿cómo llegan las organizaciones a dispararse en su propio pie? Los ejemplos nos rodean y no son nuevos, desde las cotizaciones de las puntocom a la guerra del fútbol, pasando por las estrategias de los partidos políticos o el boom inmobiliario, decisiones que cualquier observador externo calificaría de desastrosas.
Pero, ¿qué efectos puede tener el desenlace provisional de esta guerra? Ahí el mercado siempre sorprende. La lógica diría que beneficiaría a los medios menos enlazados, por un lado. Y también que si el tráfico se convierte en moneda más escasa, subirá su precio. Ya sabemos que estas correlaciones no son tan sencillas. Otros agregadores de noticias también afectados y que viven de publicidad podrían ver dificultada su existencia si están radicados en España (esa es otra). Y se complicaría para las agencias de medios conseguir tráfico barato para sus clientes, aunque ellas o los propios medios podrían trasladarse fuera.
David Torrejón es director editorial de Publicaciones Profesionales