Opinión

Desigualdad, por Enrique González

A mí me gustaría que Desigual me enseñara los estudios sociológicos y de psicología y psicopatología social en que cimenta su discurso al target.

No vaya a ser que sepan muchas cosas que se me estén escapando en torno a modernidad y moral pública. Me refiero a su anuncio para el Día de la Madre que sucede en escalada a una saga rompedora, saga que debe producir excelentes rendimientos a la firma, decidida a sostenella y a aplicar la máxima de Más madera.

También puede ser que la marca no se inspire en la calle, sino que pretenda, tanto como marcar tendencia con el diseño o el color o las tallas o los precios  o lo que sea, abrir brecha en los debates contemporáneos que sacuden a los adolescentes para cultivar, en ese terreno fértil a la influencia, su diferencia o en términos de la casa, su desigualdad.

En otro momento, ahora está de repliegue, Benetton lo hizo bajo la dirección ideológica de Oliverio Toscani, un tipo más bien de izquierdas. Benetton tuvo la osadía de invadir la calle con imágenes desasosegantes que decían:

"yo hago jerseys de todos los colores pero la mafia, o el sida, o la intransigencia con las fronteras y las razas, matan". O al revés si quiere el lector: "Hay muerte y dolor y devastación por doquier pero la vida sigue y si necesitas un jersey tengo todos los colores del mundo". Esquizofrénico, tal vez, pero progresista y arriesgado a pesar de las críticas más fáciles. Benetton insultó sobre todo a la gente bienpensante que no quiere ver sangre ni desgracias y menos mezcladas con la pura lana virgen.

Desigual va de otro palo. Está en el carril del porno blando, que llega a más personal que el porno duro e intoxica a más gente. Ante el duro la gente saca sus principios y rechaza o investiga, de acuerdo a su necesidad, ideología y tragaderas, pero ante el blando ¿qué hacen los niños? ¿qué hacen sus padres? ¿y los profes? ¿y los representantes de la comunidad? Una cascada de críticas y desdén está preparada para duchar  en frío y de inmediato a los ñoños, los estrechos, los píos, los moralistas, los timoratos, que quisieran tocar los asuntos delicados del ser humano con mayor sensibilidad sin ser acusados de sensiblería. ¿Qué pasa? ¿Qué está mal en lo que mostramos? ¿Acaso la vida no es sexo, maternidad, reproducción…? ¿Quién dibuja las fronteras de lo que se puede exhibir y lo que no, de lo que se puede sentir y lo que no? ¿Dónde está el límite de lo perverso? ¿Qué hay de malo en jugar a mamás y en pinchar, de broma, preservativos, en un juego de la imaginación, de la simulación, para ver cómo me quedo de desigual? ¿Acaso no estamos promoviendo el embarazo deseado, y no azaroso, aunque sólo sea por parte de madre? ¿No hay que animar el crecimiento demográfico del país que está hecho un desastre con eso de la gran calidad de los anticonceptivos y la baja calidad del esperma de nuestros antaño machos alfa?

La industria y los medios de comunicación han decretado unilateralmente el fin de la infancia. Antes la cercenaba el trabajo, ahora el consumo. Eso, en el Occidente próspero. En los paraísos del trabajo asiático los niños que cosen balones, recogen cosechas y ensamblan zapatillas; en África y América Latina los niños soldados y los niños mineros; en los barriadas devastadas de las ciudades de la América rica los niños camellos, nos enfrentan a la otra cara de la realidad del planeta. En el Primer Mundo lo que se le impide al niño es gozar de la infancia, al sumergirle sin remisión en la espesa sopa del mundo adulto, mientras lo que está permitido dentro de ciertas clases es una adolescencia eterna. O eso o la exclusión– una amenaza creciente ahora que los ricos han decidido emplearse a fondo en la batalla que está claro que "van ganando", como dijo Warren Buffett– Ahora que no hay empleo sino es fuera, o hasta muy tarde o nunca.

Que Desigual apriete las tuercas de la frivolidad consustancial a la comunicación de la moda no debiera de cogernos de nuevas. Ha habido marcas de moda explorando los límites de la anorexia, la pederastria, la tortura, etcétera, por amor a los medios. La rentabilidad atribuida a ser piedra de escándalo es pasaporte para la licitud. Antes si salía en titulares con un escándalo y ahora si quemo las redes, soy inmune. La moda es el terreno de la permisividad vestida de exploración, no de los valores asentados del cristianismo de Occidente, no te fastidia. Sucede sin embargo que no somos pocos los que pensamos que marcas como Desigual ocupan el espacio público con armas desiguales y con propósitos tóxicos. Razón por la cual no queda más remedio que salir a dar la cara por nuestros niños y adolescentes, necesitados de otra clase de empatías, paisajes mentales y lecciones de cosas.

El colmo de la inconsistencia se produce cuando el anuncio de Desigual tiene que añadir la advertencia de que esto que hace nuestra simpática aspirante a madre desigual no lo hagas en casa. Lo que confirma un target por debajo de los 12 años y coloca a la comunicación en los aledaños de lo delictivo. Un asunto que debiera alertar a las instancias publicitarias, por cierto. Publicidad que debe emitir un mensaje contra ella misma. Parecido a Fumar mata, vaya.

Menos mal que luego, la afirmación de que Desigual "viste personas, no cuerpos" nos devuelve al terreno humanista de una marca que tendrá sus salidas casquivanas que irriten a los de siempre, pero también su corazoncito.

En fin, amigos. La impunidad es guai.

Tu privacidad es importante para nosotros

Utilizamos cookies propias y de terceros para analizar nuestros servicios con fines analíticos, para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación y para incorporar funcionalidades de redes sociales. Podrás cambiar de opinión y modificar tus opciones de consentimiento en cualquier momento al volver a esta web y accediendo a la página Política de Cookies.

Panel de gestión de cookies

✓ Permitir todas las cookies
✗ Denegar todas las cookies
Estas cookies son necesarias para que el sitio web funcione y no se pueden desactivar en nuestros sistemas. Usualmente están configuradas para responder a acciones hechas por usted para recibir servicios, tales como ajustar sus preferencias de privacidad, iniciar sesión en el sitio, o llenar formularios. Usted puede configurar su navegador para bloquear o alertar la presencia de estas cookies, pero algunas partes del sitio web no funcionarán. Estas cookies no guardan ninguna información personal identificable.

Cookies técnicas

✓ Permitir
✗ Denegar
Las cookies estadísticas nos permiten contar las visitas y fuentes de circulación para poder medir y mejorar el desempeño de nuestro sitio. Nos ayudan a saber qué páginas son las más o menos populares, y ver cuántas personas visitan el sitio.

Google Analytics

Ver sitio oficial
✓ Permitir
✗ Denegar
Estas cookies pueden ser añadidas a nuestro sitio por nuestros socios de publicidad/medios sociales. No almacenan directamente información personal, sino que se basan en la identificación única de tu navegador y dispositivo de Internet para ofrecerle compartir contenido en los medios sociales o para mostrarte contenido o anuncios relevantes en nuestro sitio web u otras plataformas.
✓ Permitir
✗ Denegar
✓ Permitir
✗ Denegar