Muchas personas se cuestionan la necesidad de organizar la economía de forma que se respeten los derechos humanos en todos los procesos de intercambio. Y no se atente contra los recursos naturales por motivos puramente lucrativos. Cada vez hay más consumidores responsables que quieren influir con pequeñas acciones en su vida cotidiana en relación al trabajo, al ahorro y sobre todo al consumo dando ejemplo e invitando a otros a que sigan sus pasos.

Son consumidores críticos que se preguntan por las condiciones sociales y ecológicas en las que ha sido elaborado un producto o servicio. Un consumidor ético ejerce su libertad de elección al valorar las opciones más justas, solidarias y ecológicas y las compra y consume en base a esos criterios y no sólo en función de su beneficio personal.

Para que este perfil de consumo triunfe hacen falta dos cosas: la primera, la toma de conciencia de la necesidad de actuar en esta línea; y la segunda, que cale en la sociedad. Este tipo de pensamiento también implica un esfuerzo en buscar información y la formación de un pensamiento crítico frente a la realidad que nos rodea, y posiblemente cambiar nuestros hábitos de consumo. ¿Es verdad que no es feliz el que más tiene sino el que menos necesita?

El sistema necesita de los consumidores. De la responsabilidad de los mismos depende en gran parte el cambio, no sólo para los países desarrollados sino también para los países en vías de desarrollo. Es necesario desarrollar una conducta coherente con una actitud más solidaria… De nuestra responsabilidad y de nuestro criterio como consumidores depende en mayor medida de la que imaginamos la posibilidad de un mundo mejor. Como publicitarios formamos parte del sistema, pero también somos agentes de cambio y también podemos influir en la filosofía de todos las partes. Somos el centro de la comunicación comercial. Somos el talento creativo.

Colectivo respetable

Empezar por ser críticos y cuestionar la calidad total de los productos que consumimos y vendemos, cuyos beneficios trasladamos al consumidor y exigir información y formación acerca de las condiciones medioambientales y sociales en las que un producto o servicio ha sido elaborado hará de nuestro gremio un colectivo aún más respetable.

Enseñar a no consumir inconscientemente, reutilizar, conservar, reciclar y sobre todo valorar las cosas elaboradas éticamente es nuestra responsabilidad social como los profesionales más autorizados para dar información veraz y contrastada al consumidor final. Los consumidores éticos son los que practican un consumo solidario y socialmente justo que respeta a las personas, a las otras culturas, que no fomenta la discriminación ni la explotación. Por ende han de ser consumidores que también respeten y valoren la buena publicidad.

Los consumidores éticos suelen hacer bastante énfasis en la austeridad como valor, como estilo de vida. Este tipo de consumidor le otorga más sentido a otras actividades que al hecho de consumir y justifica su comportamiento diferenciando necesidades reales de necesidades impuestas.

Incorporar estos valores a nuestro código ético no tiene por qué disminuir nuestra calidad de vida, ni el bienestar general. Ni perjudicar al sentido estético. Ni al marketing. Más bien todo lo contrario ya que este tipo de criterio ha de ir orientado a exigir cada vez más una calidad total en el sentido más amplio del término que incluye la calidad de la publicidad y las relaciones públicas de las marcas.