El libro simboliza la plasmación física del arte de comunicar con signos. España es la cuarta potencia editorial del mundo. En 2012 se publicaron más de 88.000 títulos y la cifra aumentó en 2013. Según el Gobierno, cada día se da de alta una nueva editorial y se registran 287 nuevos títulos, 57 de los cuales son ebooks. Se producen casi 800 ejemplares y se venden más de 547.000. Dicho lo cual, publicitarios y publicitarias, todos creadores de contenidos, estamos de enhorabuena. El libro, perfecto instrumento de relaciones públicas, es tan útil para crear noticia como cualquier otro evento, quizás más. Es un soporte de comunicación clásico que vuelve con renovado ímpetu. Gracias a la revolución internet, con posibilidades infinitas. A bajo coste y riesgo mínimo. Con impresión a demanda para los que han crecido con Gutenberg y siguen siendo presas del atractivo del papel y la singular belleza de lo tangible.
El pasado 24 y 25 de octubre se celebró en Barbastro el primer congreso de libro electrónico. Allí acudieron los protagonistas de lo que hoy aún es un servicio, consistente en presentar un texto en un soporte electrónico. Y allí se habló mucho y bien de las posibilidades que tiene el ebook. Se dijo que el papel y la luz convivirán sin demasiadas fricciones. Como lo hacen el ascensor y la escalera. En las artes digitales asoman ya las nuevas artesanas de la ingeniería electrónica multigraduadas y polifaceticas. Estas nuevas e-creatas reclaman más posibilidades para lo que puede ser otra forma de arte.
Chicas, nadie mejor que las publicitarias metidas de lleno en la reinvención del transmedia y del branded content, para valorar las ventajas de los enlaces múltiples ¿No han sido en las últimas décadas las agencias de medios la vanguardia de la profesión en muchos aspectos? En Barbastro se puso de manifiesto una necesidad que nosotras podemos satisfacer. Si la red crece asilvestrada, si la oferta supera a la demanda, quizá sea porque se necesitan profesionales de la comunicación comercial, capaces de seguir innovando.
Para un autor publicar es fácil. Vender o regalar también. Que le lean es cada vez más complicado. Para un lector encontrar al autor al que aspira es casi una odisea. Se necesitan profesionales capaces de facilitar la conexión entre el que vende y el que quiere comprar. Líderes de opinión que ejerzan de tales. Además, si el branding es esencialmente identifi car, construir y contar una historia, ¿no es el libro un vehículo perfecto para tal cometido y el ebook la forma más asequible de promocionar a un indy o emprendedor?... O de llenar de ideas los mensajes de las grandes marcas.
Herreros
En el citado congreso, los más, se lamentaban de la piratería, de la locura de cobrar por un libro electrónico el mismo precio que se cobra por la versión impresa... Los menos quejumbrosos eran los herreros, con sus herramientas cada vez más ligeras y polivalentes con posibilidades superiores al interés real de sus contenidos. Hasta San Google vendió sus aún incomprables gafas para un mundo donde buscar es más fácil que encontrar lo que buscas.
Al salir, Mad Woman vió por el retrovisor a una pintora sufragista del siglo XIX enfrentándose a la fotografía con imaginación e impresionismo. Las historias, como el arte o la materia, no desaparecen, se transforman. Quizás nosotras con nuestras artes de publicitarias seamos un día como los libreros a los que muchos en el congreso del libro digital evocaron y alabaron como en una oda. Sobre todo por su conocimiento y su capacidad de recomendación.