Vivimos tiempos extraños en los que este modesto columnista tiene que elegir en temas tan antitéticos como el nuevo batacazo de la inversión publicitaria y las gafas de Google. Y es que estamos viviendo en esta esquizofrenia que supone una vuelta a los Ochenta en cuestiones económicas y un mundo que no nos espera y en una revolución tecnológica constante. De la primera opción, pienso, todos estamos muy hartos, algunos otros de la segunda también, pero lo rara es esta dualidad: mientras el resto del mundo (con excepciones cercanas) parece avanzar, nosotros retrocedemos. La semana pasada supe, por ejemplo, que de Brasil se presentarán en Cannes unos 3.000 publicitarios. ¡3.000! Recuerdo que la asistencia al festival en los últimos Ochenta era de 5.000 delegados. Nosotros entonces enviábamos más de 200 delegados que se hacían notar (un 4%-5%, pero muy ruidoso) e inscribíamos una cuota bastante superior de películas. Sonará a cínico, pero esos porcentajes ayudaron mucho al palmarés español (para empezar nos permitió llegar a los dos jurados). No quiero preguntar cuántos españoles van a ir, pero a lo mejor no me equivoco si digo que serán el 4% de los brasileros.
A lo largo del macrofestival que es ahora los Lions, se llega a los 70.000 inscritos de una forma u otra. De forma que Brasil, que envía un pueblo entero, va a suponer el, sí, exactamente, algo más del 4% de los inscritos. Si este no es su año, no lo será nunca. Y tampoco me extrañaría que en Cannes haya prototipos de las famosas Google Glass entre los asistentes. ¿Qué hará la organización? ¿Dejará pasar a los delegados con un invento que permite retransmitir el evento sin que nadie se aperciba de ello? O, al contrario ¿estará pensando en una app de pago para que sus usuarios estén informados en cada momento de lo que ocurre en esa cosa inabarcable en que se ha convertido a través de sus antiparras? Ya lo veremos, pero apuesto por lo segundo. Así que, se abre una oportunidad para que desde España inventemos la asistencia cooperativa. Uno entra con las gafas y se lo envía a otros diez que estarán fuera en el kiosco de los bocadillos. Al tiempo.
David Torrejón
Director editorial