En un momento de auténtico colapso creativo derivado del momento financiero, o cosas peores como la falta de ideas, podría parecer que la alternativa está en prácticas más sencillas de mercadotecnia. Vamos, las de toda la vida, las de a, b, c, las simplonas y bajitas de miras. Hablo del recurso fácil de los v.i.p., personajes famosos en nuestras campañas, para dar una notoriedad o credibilidad que se antoja desaparecida casi por completo sin estos ingredientes humanos. Pues tampoco.
No vamos a negar a estas alturas que suele funcionar, pero ya no se puede fiar uno de nada. Parece que los clientes lo tienen claroscuro, a tenor de las noticias sobre muchos grandes mitos y héroes populares venidos a menos, destronados, o directamente descuartizados mediáticamente por sus affaires en sus vidas reales cuando éstas salen a la luz. Como los blancuchos de la serie Crepúsculo, esos vampirillos que cuando salen a la claridad, se convierten en polvo y se los lleva el viento en minúsculas partículas efímeras. Eso sí, sin el encanto del amor adolescentemente babosillo que tienen en la serie de los niños de piños largos.
Hablo de gente acabada en "uza" como el tal Pistorius. El chico parecía majo, ahí subido en esos zancos del tipo meconviertoengacelaenunpispas, aunque a mí me parecía más un canguro, la verdad. Parecía duro y luchador, pero no un asesino. Un canguro sí, pero no asesino. Una vez confirmada la faena, los chicos de Nike, a tragar saliva y echar balones fuera y descolgar posters, vallas y marquesinas con el canguro de hojalata que rellenaban metros y metros cuadrados de planificaciones de medios en Sudáfrica. Vaya faena. También lindo remate el claim tan adecuado de Soy la bala en la recámara, Just do it, que rezaban las piezas descolgadas. Da hasta miedo el temita.
No es el único caso. Lo de Armstrong también es de vuelta al ruedo, o rueda. La verdad es que esta marca ha sufrido el típico caso de mala suerte en los últimos tiempos. Bueno, Adidas ya tuvo su porrazo histórico con Ben Johnson y sus famosos cien metros, que parecían mil para los otros corredores. Aunque estos no mataron a nadie.
Volviendo a al estado de Texas. No niego que tenía cierto afecto a este tejano. Quizás porque era calvo y de mi edad, porque superó un cáncer, o quizás por la maravillosa campaña de Nike llamada Chalkbot para la fundación Livestrong, una de mis favoritas, ever. El caso es que ni toda la tiza echada por tan espectacular artefacto y emblemática marca y campaña podrían tapar tan manchado historial de mentiras, casi tantas como los tuits de la acción Chalkbot, no sé, ¿unas 20.000?
¿No se os cayó el alma al suelo con cada palabra que le soltaba a Oprah en su multicanalizada y archiemitida entrevista? A mi sí, porque no daba crédito a tanta caradura televisiva. Todos esos maillots de piolín tirados por los suelos y convertidos en trapos sucios que ni con Ariel, ni con Spontex, ni con K7, ni con lejía de marca blanca se quitarán ya.
Empezamos mal cuando la Agencia Antidopaje de Estados Unidos tiene como siglas una palabra tan adecuada al caso (USADA). Empezamos mal y acabamos peor. ¿Cuántos Tours eran? Da igual, aunque se los quiten, nadie le va a quitar los momentazos de brazos alzados en Paris frente a miles de franchutes. Eso no lo paga nadie, ni Mastercard con su "Para todo lo demás…". Se debían referir a todo lo demás que le quedo al señor de Texas por consumir, que fue poco.
Que le quiten, ya que no se puede quitar la gloria vivida, ni las curvas ni los kilómetros recorridos como campeón, al menos las perras. Ojalá que Nike le haga devolver los miles de dólares que recibió durante años de dar su imagen a la marca. Mejor que devolver, que los vomite, porque dan asco.Al menos en la fundación de Piolín harían alguna cosa positiva contra el cáncer. Mejor que no investiguen mucho tampoco, o vomitarán más cosas asquerosamente dopantes.
Fiascos
Estos casos me recuerdan a los de nuestro negocio con los truchazos que ganan grandes premios. Campañas, conceptos y acciones dopadas que compiten con ventaja, sin tener los filtros necesarios para que una acción sea calificada de grande. De estos hay muchos, casi tantos como fiascos deportivos. En nuestro caso publicitario, en algunos festivales decentes retiran los premios dopados, en casos muy relevantes sucedidos en España, no. Ahí lo dejo.
No se vayan todavía, que aún hay más. ¿Qué me dicen del caso Undangarín?. De traca. De gran representante del balonmano y orgullo deportivo patrio, a guapo oficial de la Casa Real, casi a la altura de nuestro príncipe. Un tío a la altura sin duda, pero no a la altura de la marca que representaba. Su mujer, está por ver…
También parecía majo, como el canguro de hojalata y el Piolín de París. Joder, es que era demasiado perfectito. Capitán del equipo, héroe nacional, alto, rubio, guapo y simpático. Además se mete en un cuento principesco y da el pegote en las fotos de familia de tan alto copete. Solo que no era tan majo, era un jeta.
Otro palo de imagen, en este caso a otro tipo de marca, la de La Casa Real. Menudo trago. Tras la princesa divorciada, el cuñao del patinete cósmico, las caderas rotas y los elefantes regalados, viene el jeta. El que pareciendo que tenía todo, aún quería más. Como Lance.  También salpicón de publicity del chungo para Telefónica, que lo llama a filas sin Tom, ni Son. Un culebrón.
Nos olvidamos de muchos de estos fiascos que el tiempo va borrando, pero imagino causaron estragos en las marcas que representaban en cada momento. Está claro que todo esto es incontrolable, pero hay que andarse con ojo, más que nunca. La era de la información hace de cualquier caso un wikileaks que nos puede tumbar de golpe lo construido en años de inversión, y esto duele más que perder el dinero, porque el daño en forma de comentarios y rastro digital de por vida es como un chapapote muy difícil de eliminar.
Está claro que ya no hay héroes. Menos mal que aún nos queda Nadal, también a Nike. Ese no falla. Bueno, eso si no se mete en algún que otro problema con tanta timba de póker.