Hay semanas en las que la actualidad no trae novedades dignas de comentario y otras en las que te abruma. La pasada ha sido una de las últimas con noticias como la prematura y triste desaparición del gran productor compositor musical Pepe Egea (uno de los responsables del resurgir del jingle en los Ochenta) o la enésima ocasión en la que un gobierno en dificultades toma a la publicidad como víctima para apuntarse un punto a favor ante la opinión pública. Y algún tema más que me dejo en cartera. Hay que dosificarse. Pero, por llevar la contraria a la actualidad, voy a referirme a un suceso ligeramente más pasado: el cierre de la fábrica de Derbi. Pocos medios se privaron de destacar que cerraba la última fábrica importante de motos en España. Pues bien, como casi siempre en este tipo de afirmaciones rotundas, era mentira. Hay una firma española cien por cien que fabrica 20.000 motos al año y las vende en veinte países de todos los continentes. De hecho exporta alrededor del 70% de su fabricación. Se llama Rieju y seguro que más de un lector se dará ahora con la mano en la frente diciendo "claro, Rieju". En su web está toda su historia, incluidos los fracasos, cosa poco habitual: www.rieju.es. La firma catalana, radicada en Figueres, nació en 1934 como fabricante de componentes para bicicletas y ese origen ha impregnado toda su filosofía, que se resume en una frase tomada de la web: "Rieju sobrevivió en su modestia, mientras en España sucumbían algunos gigantes del sector, siempre fiel a su idea inicial de recurrir a los mejores en cada momento". Y aunque no sé si lo dice en alguna otra parte, aparte de la integración de componentes de otros fabricantes, el otro pilar de su filosofía es el cuidado extremo de su red de distribución, muchas veces ocupando nichos locales donde no estaban los grandes. Si a eso sumamos que prácticamente no hace publicidad (aunque sí patrocinio), tenemos un Zara de las dos ruedas, con la diferencia de que no ha sido estudiado, que yo sepa, como caso de éxito empresarial por escuelas de negocio y merecería la pena.
En ese "claro, Rieju" está quizás su único punto criticable. Es una marca que pocos tienen presente a la hora de pensar en motos. Y no parece importarle. De hecho, ha rechazado los intentos que hemos hecho de que contaran su caso en nuestros medios. Y he dicho quizás porque es difícil criticar un modelo que, según parece, ha funcionado durante seis décadas. La pregunta latente es si habría funcionado mejor con algo más de marketing o, mejor dicho, de otro tipo de marketing.
 
David Torrejón
Director editorial