Es un bonito titular éste. Usa un recurso ya existente para reutilizarlo y conseguir un objetivo que no es otro que los lectores se paren y empiecen a leer. Merecería pasar a la lista corta, pero seguramente no al palmarés.
 
Pero no es un juego para hablar de premios, en realidad quiero hablar de eso: de la vida después del rescate. ¿Estaremos más vivos si este se produce que ahora? Yo empiezo a creer que sí. Empiezo a creer que en la actual situación estamos más muertos que nunca y, desde luego, más muertos que si ya nos hubieran rescatado.
 
Un día de la pasada semana fuimos noticia destacada en Advertising Age y no lo fuimos ni por nuestro festival local, ni por nuestros premios en Cannes, ni por la idea creativa de la semana. Lo fuimos por ser, según una traducción libre del titular "el lastre de las previsiones mundiales de inversión publicitaria".
 
De alguna forma es casi un orgullo: este pequeño país de 45 millones de habitantes es capaz por sí sólo de frenar los datos mundiales de una actividad que se practica en todo el mundo. No es como si tuviésemos la única mina mundial de kriptonita, no. Hablamos de algo de lo que sólo se salvan los coreanos del Norte y pocos más.
 
Eso nos da una medida del agujero que se ha creado en nuestra inversión publicitaria. Y uno se pregunta, ¿es normal? ¿Se corresponde con la caída de nuestro PIB o nuestro consumo interior? El retroceso es ya tan grande que quizás habría que hacerse la pregunta al revés: ¿En qué medida está contribuyendo al estancamiento de nuestro PIB y nuestro consumo?
 
De alguna forma, la parálisis en la que hemos caído es una profecía autocumplida.
 
De ahí mi pregunta: ¿Nadie hablará de nosotros cuando nos rescaten? La respuesta es sí: seguirán hablando de nuestras marcas. Y las marcas tendrán que seguir invirtiendo si ese rescate llega a producirse para vender a unos ciudadanos que serán algo más pobres. Entonces, ¿por qué hay que dejar de invertir ahora por miedo a algo que, si ocurre, no va a suponer en ningún caso que haya que paralizar la inversión? Como decía el bolero, es un mundo raro.
 
David Torrejón
Director editorial