Por una vez, voy a ser comentarista político. A mi modo, claro. Una mirada desapasionada y marketiniana (en el buen sentido, no en el dominante en los medios cuando se usa esa palabra) a la actual campaña política debería hacer reflexionar a sus anunciantes: los partidos políticos. De un lado, tenemos políticos ensimismados y campañas en consecuencia. Presos de su propia mirada interna y de su único objetivo, conquistar o mantener el poder, son incapaces de mirar o mejor de escuchar más allá. No es raro. Ya he dicho en estas líneas que la política es el único sector donde las marcas buscan la victoria aún a costa de la destrucción de su propia categoría. Y a fe que lo están consiguiendo con una rapidez inusitada, como demuestran las encuestas. Y, claro,  en su ombliguismo supremo siguen haciendo campañas como si nada hubiera pasado. No sé si es general, o sólo me pasa a mí, pero
las campañas de estas elecciones, con sus cierres tan comerciales, tan de antes de la red, me suenan más a huecas que nunca. Y más que a huecas, ofensivas. Como estuvieran dirigidas a un público virgen, cuando en realidad se dirigen a uno de los más jodidos de la democracia. El único territorio de estas campañas en el que reconocemos a los políticos es aquel en el que se han vuelto expertos: el ataque al adversario sin piedad, sin tregua y sin parar en daños colaterales. Ahí sí son creíbles.
Y de otro lado, completando el panorama, tenemos el movimiento de los indignados, del 15-M o como se los quiera llamar. ¿Era tan difícil prever por estudios sociológicos que algo de esto iba a suceder? Los estudios de tendencias, cualitativos ellos, vienen alertando desde hace tiempo del incremento del cinismo, la desconfianza y la contestación al sistema. Una tendencia que en internet, al menos en España, parece ocuparlo casi todo, desde los páginas de deportes a los comentarios de las noticias políticas, pasando por los tuiteos de casi cualquier materia en esa red social.
Se diría que los únicos reductos de cierta energía positiva son Facebook y Tuenti. El resto de la red está dominado por el lado oscuro.  En definitiva demasiados síntomas para que los partidos hayan planteado esta campaña como siempre ante un escenario como nunca. Lo más chocante es que esta situación, desde un enfoque estratégico de marketing, no es mala: hay una enorme necesidad entre muchos millones de votantes de un discurso nuevo y regenerador. Ese discurso no se construye en una campaña, pero síntomas había y muchos, como para que algún partido hubiera preparado con tiempo una estrategia adecuada. Cuánto ensimismamiento.
David Torrejon
Director editorial