Opinión

El arte de fallar las predicciones

No damos ni una. No dan ni una los consultores, no dan ni una los expertos en inversión, no damos ni una los periodistas. No damos ni una en las formas, y menos aún en los plazos.

Si revisamos todo lo que se ha aventurado del futuro de los negocios emergentes desde el año 1996 a esta parte, solamente quince años, podríamos hacer una galería del ridículo más espantoso. Y sospecho que si no se hace es porque todos perderían con ello. Algunas de esas predicciones fueron letales y provocaron el estallido de la burbuja de internet hace ahora una década. Por no hablar de la incapacidad de predecir los riesgos de las prácticas financieras que nos han llevado a donde estamos hoy, o de  las posibilidades de que un tsunami arrasase una central nuclear al borde del mar.

Salvo cosas obvias, como que China iba a desequilibrar el mundo (sin acertar en qué sentido, por supuesto), lo cierto es que la capacidad de predicción de nuestros listos oficiales y oficiosos es bastante patética.

Y en nuestro negocio, que debería ser algo más manejable, dado que los resortes y palancas son escasos, tampoco nos libramos de las pifias. La televisión convencional ha muerto unas quinientas veces por año desde hace diez años, y a manos de diferentes asesinos. El último en asesinarla iban ser a las redes sociales, y resulta que las cadenas están aprendiendo a usar esas redes para que su audiencia crezca. Igualmente, el spot y la publicidad convencional deberían estar ya criando malvas hace tiempo, pero aquí siguen, igual que las agencias. A los diarios se les da por enterrados. Veremos.

En todos los fenómenos parece subestimarse la capacidad de adaptación de las organizaciones. Se subestima de hecho la habilidad de los individuos para responder a los estímulos de manera inesperada. Y, desde luego, se sobrestima nuestra capacidad de prever el desarrollo de fenómenos nuevos y complejos. Es tan mala que podemos decir incluso que simplemente porque una catástrofe sea predicha, prácticamente quedamos a salvo de ella. Pero eso no debe tranquilizarnos: nada impide que la catástrofe sea otra perfectamente imprevista. Es más, seguramente sea mucho más probable una de esas.

 

David Torrejón

Director editorial

 

Tu privacidad es importante para nosotros

Utilizamos cookies propias y de terceros para analizar nuestros servicios con fines analíticos, para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación y para incorporar funcionalidades de redes sociales. Podrás cambiar de opinión y modificar tus opciones de consentimiento en cualquier momento al volver a esta web y accediendo a la página Política de Cookies.

Panel de gestión de cookies

✓ Permitir todas las cookies
✗ Denegar todas las cookies
Estas cookies son necesarias para que el sitio web funcione y no se pueden desactivar en nuestros sistemas. Usualmente están configuradas para responder a acciones hechas por usted para recibir servicios, tales como ajustar sus preferencias de privacidad, iniciar sesión en el sitio, o llenar formularios. Usted puede configurar su navegador para bloquear o alertar la presencia de estas cookies, pero algunas partes del sitio web no funcionarán. Estas cookies no guardan ninguna información personal identificable.

Cookies técnicas

✓ Permitir
✗ Denegar
Las cookies estadísticas nos permiten contar las visitas y fuentes de circulación para poder medir y mejorar el desempeño de nuestro sitio. Nos ayudan a saber qué páginas son las más o menos populares, y ver cuántas personas visitan el sitio.

Google Analytics

Ver sitio oficial
✓ Permitir
✗ Denegar
Estas cookies pueden ser añadidas a nuestro sitio por nuestros socios de publicidad/medios sociales. No almacenan directamente información personal, sino que se basan en la identificación única de tu navegador y dispositivo de Internet para ofrecerle compartir contenido en los medios sociales o para mostrarte contenido o anuncios relevantes en nuestro sitio web u otras plataformas.
✓ Permitir
✗ Denegar
✓ Permitir
✗ Denegar