Hace poco, Perla y Lola, dos creativas junior de la agencia, se presentaron a los Young Lions. En un bloqueo, después de varios ataques de risa tonta, llanto desconsolado y de preguntarse por qué no harían caso a sus padres en lo de dedicarse a una profesión más seria, le pidieron a Chat GPT que les echara una manita, aunque fuera artificial. Todo el que haya probado Chat GPT sabe que su buena disposición deja en evidencia al más servicial mayordomo inglés y que su amabilidad rivaliza con la de los joviales camareros de TGI Friday´s:
—¡Claro! ¡Aquí tienes una idea para una campaña
que podría ganar un León de Oro en el
Festival de Cannes!
No de plata, no de bronce: un oro.
— Título: “The Silent Orchestra”.
Objetivo: concienciar sobre la accesibilidad
de personas con discapacidad auditiva a
eventos en vivo (…)
Concepto: una orquesta de músicos
con discapacidad interpretan música
en silencio utilizando tecnología de
vibración (…)
A estas alturas, la máquina ya me había ganado:
objetivo, concepto y The silent Orchestra, un título
que huele a palmarés.
— Ejecución: testimoniales mostrando los desafíos
diarios de los músicos con discapacidad
auditiva (…), un site interactivo donde los
usuarios puedan experimentar la música
mediante tecnología de vibración, y
visualización en tiempo real (…)
— Impacto: fuerte repercusión social sobre la
inclusión de discapacitados auditivos…
etcétera.
No conozco tantos profesionales que estructuren
y argumenten tan bien una presentación. Solo le
faltaba redactar el video case. Y todo con esa seguridad en uno mismo que solo te podría dar el que
tus padres te hubieran puesto de nombre David
Droga:
— Esta idea combina innovación, impacto social y
creatividad, aspectos muy valorados en
Cannes Lions.
Pero Perla y Lola no se conformaron con la primera idea. Otra ventaja de Chat GPT es que no se
desanima cuando le dices que le dé otra vueltecita;
al revés, hasta parece que le pone.
— ¡Por supuesto! ¡Aquí te presento otra idea que
podría ganar un León de Oro en Cannes!
Título: ‘Reverse Graffiti’ (…)
Mientras tanto, en otro lugar del mundo, Boris Eldagsen ganaba el premio a la mejor fotografía creativa en el prestigioso Sony World Photography Awar, con su íntima y humana obra Pseudoamnesia: The Electician”. Pero sorprendió al mundo renunciando y anunciando que se había ayudado con DALL-E 2 para generar la imagen. El honesto Boris dijo que su intención al inscribir el trabajo era averiguar si los jurados estaban preparados para detectar la IA, y su conclusión era aplastante:
— No lo están.
En ese mismo instante, otro jurado menos rimbombante, el de un concurso escolar de cuentos de un instituto valenciano, descubría que tampoco lo estaba. Los trabajos ganadores tenían una corrección formal sospechosa. Calcaban con la precisión de un violinista japonés el estilo de Pérez Reverte. Demasiado perfecto, demasiado vivido para unos adolescentes que no habían oído silbar las balas sobre su cabeza en el Líbano o los Balcanes. El colegio no pudo decir nada: oye, ¿y si después de todo eran unos arturitos en potencia? Eso sí, me cuentan que el año que viene muchas escuelas van a convocar sus certámenes de literatura o dibujo de forma presencial, bajo atenta supervisión humana.
Es evidente que Chat GPT, Midjouney, DALL-E, Runway, Murf y las inimaginables herramientas que vendrán, anticipan un futuro de creación compartida. Van a ser muy valiosas para los creadores, les van a hacer mejores, más rápidos, más atrevidos… Y nunca los suplantarán, porque una obra como Pseudoamnesia solo se consigue cuando quien guía a la IA tiene la sensibilidad y los conocimientos técnicos de Eldagsen. Ahora bien, no es fotografía, es otra cosa. Tiene otro valor. Pero ¿cuál? ¿Cómo se juzga? ¿Quién lo juzga? Y, sobre todo, ¿en qué momento llegaremos a un punto en el que la cocreación sea absolutamente indetectable?
Perla y Lola presentaron una idea propia a Cannes y no ganaron; Boris presentó una obra generada por IA a los Sony Awards y ganó, aunque confesó; los adolescentes ganaron su concurso de relatos, pero nunca tendremos la certeza de cómo.
Definitivamente, el futuro de la IA está lleno de colores, pero también teñido de grises.
Carlos Sanz De Andino, socio fundador y presidente creativo de Darwin&Verne