Decía Michi Panero en Después de tantos años (Ricardo Franco, 1994) —la estupenda continuación de la soberbia El desencanto (Jaime Chávarri, 1976)— que “lo peor que se puede ser en este mundo es coñazo”. Entiendo que ni en el BBVA ni en el Sabadell han optado por seguir las enseñanzas del menor —y más divertido— de los Panero.
Vivimos momentos de felicidad por la finalización de la OPA (o eso parece, crucemos los dedos) y la interrupción de esa tremenda turra publicitaria a la que nos hemos visto sometidos aquellos a los que ni nos van ni nos vienen estas cuitas entre el Frente Judaico Popular y el Frente Popular de Judea en formato bancario. Ya no asistiremos a estos combates tenísticos entre Rafa Racional y Roger Emoción que han llenado descansos de Supervivientes All-Stars, resucitado periódicos con sus dobles (y triples) páginas, y sembrado las marquesinas de nuestras ciudades de textos y textos, acabando así con la dictadura visual de los Intimissimi de turno. Es muy posible que usted, querido lector, vaya a echar de menos esta batalla estratégica librada en tiempo real. Es altamente probable que este caso sea el próximo greatest hit de las escuelas de negocio. Yo, en cambio, respiro aliviado.
Por supuesto que no hablo de la calidad de las piezas creativas. A mi entender, han estado muy por encima de la sobresaturación de los distintos planes de medios destinados a taladrar el cerebelo de los accionistas del Sabadell (y, sobre todo, de los que nos da igual ocho que ochenta) de manera inmisericorde. Hay joyas que espero reciban su merecido premio en cualquiera de los ochocientos mil festivales del ramo, y piezas que dormirán el justo sueño del olvido, aunque sean como esa canción veraniega de Georgie Dann que te resulta imposible sacar de tu cabeza.
Tampoco me han interesado, y miren que servidor es muy del salseo, los beefs entre ambas entidades con intermediación del polémico árbitro Sr. Autocontrol, del Colegio Quéjense. De momento, el partido va 1-1, con la desestimación de una reclamación por parte del Sabadell con el argumento de que “la publicidad era engañosa (…) toda vez que transmitía opiniones favorables a través de testimonios de accionistas de Banco Bilbao Vizcaya Argentaria S.A. sin que se encontrara acreditado si los accionistas eran reales ni la veracidad de sus testimonios…”. Los testimoniales, si no son de Bertín Osborne, los carga el diablo. Y el empate con una reclamación del BBVA (también desestimada) sobre la gráfica del Primer No y el Segundo No: “la publicidad era engañosa toda vez que incluía afirmaciones engañosas, parciales y sesgadas que inducían a error a sus destinatarios omitiendo información esencial…”. Sin entrar en el juicio, La Engañosa me parece un gran naming para abrir una agencia.
Claro que quizá escribo esto desde el dolor por la oportunidad creativa perdida (creo) por el BBVA. Pudieron utilizar a los Gipsy Kings: “OPÍ. OPÁ. Cada día yo te quiero más. OPÍ, OPÍ, OPÍ, OPÁ…” y no lo hicieron. ¿La OPA habría tenido éxito? Nunca lo sabremos.
Antonio Pacheco, director creativo ejecutivo en Negro