El otro día, viendo los créditos del final de una película, pensé: qué maravilla que un grupo tan grande de personas se una con un único objetivo: contarle a alguien una historia. Tiene algo naíf, un vestigio infantil, un pequeño acto de rebeldía en la era de la practicidad.
Cada uno con su pequeño talento: el que controla las localizaciones, el que sabe de vestuario, el que entiende de fotografía, el que escribe bien…
Pensé en cómo serán ahora los créditos. Se reducirán drásticamente bajo un nuevo perfil: ¿IA supervisor?
Si tuviésemos que hacer una lista de créditos de la gente que ha ido creando nuestra profesión en estos últimos 45 años, sería inmensa. Ahora estamos empezando esta revolución industrial de nuestro sector, y los créditos se reducirán.
Si nos basamos en otras industrias, como la de la alimentación: consumo en masa, de poca calidad y muy barata, o la de la moda: tener mucha más ropa, tirada de precio, siempre hay una primera ola de fascinación por la posibilidad de no tener que pagar por lo que antes sí, y aun así obtener algo muy parecido.
Pero hay una diferencia con otros sectores. A día de hoy, el empacho de contenido ya es evidente, y la IA lo multiplicará por millones… total, ¡es gratis!
Ya somos todos content creators: nosotros, nuestro profesor de yoga o nuestro carnicero. Y ya nos sentimos pesados y hasta culpables por consumirlo tanto. Así que, más pronto que tarde, una élite más selectiva empezará el camino de valorar la comunicación como artesanía, primando la calidad sobre la cantidad, generando ese trabajo con perfiles que hacen el camino largo. Y ahí se empezará a hablar de la necesidad de crear industria como responsabilidad, como causa social dentro de nuestro sector.
¿Y si aprendemos de patrones pasados, nos saltamos el juego y empezamos a valorarnos ya? No como romanticismo de lo que fue, sino como pensamiento más avanzado de lo que algún día será.
Xisela López, directora creativa ejecutiva de Sra. Rushmore

