Page 77 - MUJERES A SEGUIR Nº 3
P. 77

# opinión

              Laura Furones



                                                 La suerte           Nada une tanto como una desgracia compartida. “No me digas, ¿a ti también
                                                                     te ha pasado?”: en ese primer instante de reconocimiento mutuo, apenas
                                               de caer en  perceptible, encuentran sus cimientos amistades, parejas, familias. No es
                                                desgracia            la única manera de iniciar una relación entre dos personas, pero sí dota a
                                                                     esa relación de una profundidad de la que no gozan quienes solo comparten
                                                                     alegrías.

                                                                     Las desgracias nos acercan a nuestros semejantes y, milagrosamente, a
                                                                     quienes no lo parecían tanto (tal vez porque no eran tan diferentes a nosotros
                                                                     después de todo). Son el mejor remedio a cualquier intento de fantasear con
                                                                     que somos distintos. Son también una oportunidad inestimable de mirar qué
                                                                     hay más allá de puertas que no teníamos ninguna intención de abrir.

                                                                     Precisamente a una de esas puertas llama Mimì, la discreta costurera
                                                                     protagonista de La bohème, de Giacomo Puccini. Al otro lado está Rodolfo,
                                                                     un pintor que comparte una precaria buhardilla parisina con un poeta, un
                                                                     músico y un filósofo: el perfecto cuarteto de casos perdidos. Entre esas
                                                                     paredes que apenas protegen del invierno implacable comienza a fraguarse
                                                                     un amor tan intenso como efímero. Apenas atisbado lo que podría haber
                                                                     sido una historia con final feliz, a Mimì se la lleva por delante la tuberculosis
                                                                     —Puccini no perdona—. Los cuatro jóvenes artistas, tan dedicados a sus
                                                                     fantasías,  tan inmersos  en  su  vida  románticamente  precaria, se dan  de
                                                                     bruces contra la realidad, y lo hacen al unísono.

                                                                     El golpe, además, obliga a los amigos a afrontar algo que han tratado
                                                                     desesperadamente de posponer: madurar, ese verbo que tiende a sonar a
                                                                     tentación en la fruta y a insulto en las personas. Hasta ese momento, los
                                                                     cuatro artistas que malvivían en la buhardilla habían seguido anclados a
                                                                     ese refugio tan engañosamente seguro que es la inmadurez, perfecta vía de
                                                                     escape del presente, siempre lleno de quebraderos de cabeza, de cualquier
                                                                     adulto. Las ventajas son evidentes: a los niños no se les puede responsabilizar,
                                                                     por ejemplo, de no pagar el alquiler. No resulta casual que tantos adultos se
                                                                     nieguen a serlo, pues deleitarse en un pasado nostálgico, y en gran parte
                                                                     recreado más que vivido, se antoja un escondite perfecto.

                                                                     Mimì muere, y deja tras de sí una desgracia compartida. Rodolfo tendrá que
                                                                     renunciar de un plumazo a las palabras de afecto, los paseos por París, las
                                                                     largas tardes en los cafés y las manos siempre frías de su amada. Para los
                                                                     amigos, por su parte, se acaba el recreo y la fantasía de que la vida puede ser
                                                                     tan sencilla como cuando lo era en la infancia. El duelo por el que pasarán
                                                                     poeta, pintor, filósofo y músico será, sobre todo, un duelo propio, necesario
                                                                     para abrazar sin concesiones el universo adulto. La desgracia acarreará una
                   Foto: Javier del Real / Teatro Real               les brindará la ocasión de desprenderse definitivamente del pasado para
                                                                     amargura inevitable. Pero, unos pasos más allá del dolor inmediato, también

                                                                     poder viajar, juntos, más ligeros en el presente. #

                                                                     [ Laura Furones es directora de Publicaciones, Actividades Culturales y
                                                                     Formación del Teatro Real. ‘La bohème’ se representará en el Real desde el
                                                                     11 de diciembre hasta el 8 de enero ]




                        Las desgracias nos acercan a nuestros semejantes y, milagrosamente, a quienes no
                              lo parecían tanto (tal vez porque no eran tan diferentes después de todo)




                                                                                                                             77
   72   73   74   75   76   77   78   79   80   81   82