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# social
>> pandemia de gripe A de 2009 no se hizo un análisis sobre lo que se había hecho bien o mal, ni se prepararon planes
para afrontar las siguientes, ni se instalaron fábricas de vacunas en España, ni se formó a especialistas, cuando
sabíamos que en algún momento los íbamos a necesitar. Por eso, una veintena de científicos y médicos hemos pedido
que se haga una evaluación de lo que está ocurriendo. Tiene que quedar una lista clara de qué hacer y qué evitar
cuando venga otra pandemia y para afrontar las próximas oleadas de esta, porque hasta que estemos todos vacunados
o todos hayamos superado la infección quedan muchos años.
¿Tendremos que vivir con inquietud hasta que haya vacuna, o incluso cuando la haya?
Hay que vivir con precaución, estar preparados y darnos cuenta de que no tenemos una normalidad total. Estar
preparados quiere decir, sobre todo, prevenir, cada uno de nosotros. La responsabilidad es una cuestión de todos.
No vale que pidamos que haya diagnósticos si no actuamos en el primer punto, que es evitar los contagios, y para
ello todos debemos retirarnos un poco de la intensa vida social que mantenemos. También se pueden adoptar otras
medidas: si la gente tiene que gastar más dinero al mes en mascarillas que en leche, que se den gratis para que el
que no pueda trabajar a distancia las tenga cada vez que entra en el transporte público. Eso evita contagios y es
barato. El otoño y el invierno serán duros, pero hasta mayo no podemos aflojar. Si hablamos de inmunidad natural,
serían veinte, treinta o cuarenta años. Con las vacunas irá más rápido, pero los datos que tenemos hasta ahora de
la protección de los primeros candidatos de vacunas son muy preliminares. No sabemos si protegen a los grupos de
riesgo o si disminuyen los contagios. Como solo hay indicios prometedores, pero no resultados sólidos, las compañías
solo solicitan uso de emergencia a las agencias reguladoras, no autorización para ponerlas en el mercado. Por ello,
hay que mantener todas las medidas de seguridad, especialmente la ventilación adecuada de todo tipo de interiores.
Incluso si emergen datos más sólidos de los ensayos en curso y si se empieza a vacunar, hasta que no estén protegidos
los grupos de riesgo hay que mantener la precaución como ya sabemos. El hecho de que haya tantas vacunas en
perspectiva hace pensar que vamos a tener alguna casi seguro.
También el CSIC está en ello.
En el CSIC se trabaja en tres vacunas que continúan sin incidencias, pero todavía están en la fase en la que suelen
darse menos. Son todas tan distintas que merece la pena seguir con las tres. Creo que en el caso de este coronavirus
se van a lograr varias y que podrán utilizarse para distintos colectivos y edades y en diferentes lugares y momentos de
la epidemia. La mejor que yo conozco sigue siendo una de las del CSIC.
Esta crisis ha demostrado lo mucho que dependemos de terceros en este ámbito.
No hay que que revertir la globalización porque tiene ventajas, pero debemos estar preparados y no podemos tener
esa dependencia extrema de otros países. En el CSIC hemos empezado a apoyar a los grupos que están produciendo
antivirales y vacunas, a localizar las fábricas que podrían producirlas a escala. Si
«En España la primEra olEada finalmente no producimos una vacuna contra la COVID-19, al menos deberíamos
la suFriEron sobrE todo los producir las clásicas. A la ciencia española se le está pidiendo mucho, pero no se
mayorEs y la sEgunda lo harán nos está financiando. Estamos desde 2009 en estado de precariedad y, a pesar
los quE tEngan mEnos rEcursos. de ello, haciendo esfuerzos tremendos. Nuestro tejido industrial debería ser más
tecnológico, más versátil y menos dependiente del extranjero. También reforzar el
sE ha visto En El rEsto dEl contacto con Europa, que durante esta pandemia se ha retraído.
mundo. las dEsigualdadEs sE
ExacErban con la pandEmia» ¿Es difícil para la comunidad científica trabajar con tanta presión social
y política?
Es cansado. Nos hemos lanzado a colaborar en lo que podíamos contribuir y a compartir conocimientos muy
rápidamente. Esto ha sido un cambio importante para la ciencia: nos hemos abierto mucho más y hemos pasado de
buscar el conocimiento abstracto a ir a cosas de interés inmediato que antes nos parecían menos atractivas. Hemos
reaccionado desde distintos campos para trabajar juntos porque esta pandemia afecta a muchos ámbitos. En Estados
Unidos, donde la desigualdad entre barrios es tremenda, la primera oleada ha castigado especialmente a los más
pobres. En España, la primera oleada la sufrieron sobre todo los mayores y en la segunda lo harán los que tengan
menos recursos. Se ha visto en el resto del mundo: las desigualdades se exacerban con la pandemia. Por eso, en el
CISC, que agrupa a 127 institutos que trabajan desde las ciencias sociales a los modelos matemáticos, se ha creado
la Plataforma de Salud Global, en la que participan grupos de 90 de esos institutos para frenar el coronavirus desde
esa perspectiva multidisciplinar. Tenemos expertos de ciencias del mar, ciencias humanas y sociales, clínica médica,
nanotecnología, ingeniería medioambiental y ecología, diseño de edificios, urbanismo, etcétera. #
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