Page 32 - MAS 17
P. 32
# opinión
Laura Furones | Asesora de campañas de Global Witness
Bruno, Dom y
tantos más
Ambos sabían lo que hacían. Ambos aceptaban los riesgos que ello freelance que durante años había escrito sobre asuntos políticos y
implicaba. Ambos fueron asesinados por ello. Un año después, sociales de Brasil en diarios como The Guardian. Recientemente,
sigue habiendo demasiadas preguntas para tan pocas respuestas. había llevado a cabo investigaciones para denunciar la tala ilegal.
Bruno Pereira y Dom Phillips compartían una pasión: la de proteger Bruno y Dom tomaron una barca el 2 de junio de 2022 en Atalaia
la Amazonia y los pueblos indígenas que viven en ella, que la do Norte, en el Estado de Amazonas. Se dirigían hacia la tierra
cuidan y la protegen. Bruno, brasileño, era un experto indigenista indígena del Valle de Javarí, una de las zonas más remotas de la
que había ejercido como funcionario de la Fundación Nacional Amazonia, y uno de los últimos bastiones de tribus no contactadas.
del Indio (FUNAI) hasta que el expresidente Jair Bolsonaro lo Navegaban con la intención de documentar las invasiones de
destituyó – una de muchas medidas que tomó para desmantelar esos territorios sagrados por parte de saqueadores que pescaban
todo lo que tuviera que ver con los pueblos originarios y, de ilegalmente. El constante asedio al que están sometidos los pueblos
paso, con la Amazonia en general. Dom, británico, era periodista indígenas de Brasil abarca también la minería, la tala ilegal, la cría
de ganado, los agronegocios. No hay respiro para ellos.
Los dos viajeros realizaron entrevistas durante los siguientes días
y, tal y como tenían previsto, partieron de regreso en su barca el
día 5. Nunca llegaron a Atalaia do Norte. Su búsqueda fue tardía
y desorganizada, gestionada con desprecio por un Bolsonaro que
prácticamente les acusó de haber buscado su propia muerte. Sus
cuerpos fueron encontrados el 15 de junio.
Los nombres de Bruno y Dom figuran en la base de datos de
asesinatos de personas defensoras del ambiente y el territorio que
cada año recopilamos en Global Witness. Junto a ellos, hay muchos
más: 1,733 personas fueron asesinadas entre 2012 y 2021 (en el
momento de escribir este artículo, estamos cerrando los datos de
2022, de forma que la cifra aumentará). El final de casi todos
estos casos se puede resumir en una sola palabra: impunidad.
Casi nadie acaba en la cárcel por estos crímenes. Como mucho,
se condena a quienes aprietan el gatillo. Pero estos son, muy a
menudo, sicarios, asesinos a sueldo que implementan decisiones
que han tomado otros. Estos otros, los asesinos intelectuales,
quedan fuera de la ley.
Foto: Javier del Real / Teatro Real A río revuelto, ganancia de pescadores, dice el refrán. En el
caso de Dom y Bruno, podría aplicarse de forma casi literal y
ciertamente trágica. A nivel más global, mientras no se enjuicie y
sentencie a quienes asesinan a las personas defensoras, la señal
seguirá siendo muy clara: silenciar a quienes alzan su voz para
proteger el planeta sale muy barato.
«Ambos sabían lo que hacían. Ambos aceptaban los riesgos que ello implicaba.
Ambos fueron asesinados por ello. Un año después, sigue habiendo demasiadas
preguntas para tan pocas respuestas»
32