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# opinión

              Laura Furones | Asesora de campañas de Global Witness



                                        Bruno, Dom y
                                            tantos más



        Ambos sabían lo que hacían. Ambos aceptaban los riesgos que ello   freelance que durante años había escrito sobre asuntos políticos y
        implicaba. Ambos fueron asesinados por ello. Un año después,   sociales de Brasil en diarios como The Guardian. Recientemente,
        sigue habiendo demasiadas preguntas para tan pocas respuestas.   había llevado a cabo investigaciones para denunciar la tala ilegal.

        Bruno Pereira y Dom Phillips compartían una pasión: la de proteger   Bruno y Dom tomaron una barca el 2 de junio de 2022 en Atalaia
        la Amazonia y los pueblos indígenas que viven en ella, que la   do Norte, en el Estado de Amazonas. Se dirigían hacia la tierra
        cuidan y la protegen. Bruno, brasileño, era un experto indigenista   indígena del Valle de Javarí, una de las zonas más remotas de la
        que había ejercido como funcionario de la Fundación Nacional   Amazonia, y uno de los últimos bastiones de tribus no contactadas.
        del Indio (FUNAI) hasta que el expresidente Jair Bolsonaro lo   Navegaban  con  la  intención  de  documentar  las  invasiones de
        destituyó – una de muchas medidas que tomó para desmantelar   esos territorios sagrados por parte de saqueadores que pescaban
        todo  lo  que  tuviera  que  ver  con  los  pueblos  originarios  y,  de   ilegalmente. El constante asedio al que están sometidos los pueblos
        paso, con la Amazonia en general. Dom, británico, era periodista   indígenas de Brasil abarca también la minería, la tala ilegal, la cría
                                                                  de ganado, los agronegocios. No hay respiro para ellos.

                                                                  Los dos viajeros realizaron entrevistas durante los siguientes días
                                                                  y, tal y como tenían previsto, partieron de regreso en su barca el
                                                                  día 5. Nunca llegaron a Atalaia do Norte. Su búsqueda fue tardía
                                                                  y desorganizada, gestionada con desprecio por un Bolsonaro que
                                                                  prácticamente les acusó de haber buscado su propia muerte. Sus
                                                                  cuerpos fueron encontrados el 15 de junio.

                                                                  Los nombres de Bruno y Dom figuran en la base de datos de
                                                                  asesinatos de personas defensoras del ambiente y el territorio que
                                                                  cada año recopilamos en Global Witness. Junto a ellos, hay muchos
                                                                  más: 1,733 personas fueron asesinadas entre 2012 y 2021 (en el
                                                                  momento de escribir este artículo, estamos cerrando los datos de
                                                                  2022, de forma que la cifra aumentará). El final de casi todos
                                                                  estos casos se puede resumir en una sola palabra: impunidad.
                                                                  Casi nadie acaba en la cárcel por estos crímenes. Como mucho,
                                                                  se condena a quienes aprietan el gatillo. Pero estos son, muy a
                                                                  menudo, sicarios, asesinos a sueldo que implementan decisiones
                                                                  que han tomado otros. Estos otros, los asesinos intelectuales,
                                                                  quedan fuera de la ley.
                 Foto: Javier del Real / Teatro Real              A río revuelto, ganancia de pescadores, dice el refrán. En el


                                                                  caso de Dom y Bruno, podría aplicarse de forma casi literal y
                                                                  ciertamente trágica. A nivel más global, mientras no se enjuicie y
                                                                  sentencie a quienes asesinan a las personas defensoras, la señal
                                                                  seguirá siendo muy clara: silenciar a quienes alzan su voz para
                                                                  proteger el planeta sale muy barato.




                        «Ambos sabían lo que hacían. Ambos aceptaban los riesgos que ello implicaba.

                       Ambos fueron asesinados por ello. Un año después, sigue habiendo demasiadas
                                                preguntas para tan pocas respuestas»




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