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Volkan Yilmaz es un artesano de origen turco afincado en Estados
Unidos que se ha hecho famoso en internet gracias a unos vídeos
en los que se dedica a analizar bolsos que cuestan miles de euros
para comprobar su calidad. Y lo hace, literalmente, destrozándolos.
Tanner Leatherstein, como se le conoce en redes sociales, corta,
moja y quema algunos de esos modelos con los que la mayoría de
las mujeres solo podrían soñar con el objetivo de responder a la
eterna pregunta: ¿merece el lujo el precio que se paga por él? Su
respuesta, en muchas ocasiones, es que no.
Tras diseccionar meticulosamente la calidad de los materiales y
la manufactura que esconden algunos de los bolsos más icónicos
del mundo, Yilmaz concluye que muchos son demasiado caros y
que su precio dependen más de la marca que del producto en sí.
Para este viaje no hacían falta estas alforjas, cabría pensar. Que el
exorbitante precio de los bolsos de las grandes firmas tiene más
que ver con el halo de exclusividad que los rodea no es ninguna
novedad. Pero que la calidad de los productos no sea también
extraordinaria sí resulta más sorprendente. Según los análisis de
Tanner Leatherstein, firmas como Prada o Jacquemus están muy
sobrevaloradas. En cambio, otras como Hermès, Loewe y Bottega
Veneta cumplen de forma consistente con lo que él considera los
cinco pilares de un bolso realmente prémium: calidad del cuero,
solidez de los herrajes, originalidad del diseño, consistencia de la
estructura y artesanía impecable.
Pero también lo hacen otras como la francesa Polène, la escocesa
Strathberry o Stow London, que, a su juicio, no tienen nada que
envidiar a los de Loewe o Dior. La principal diferencia entre unos
y otros está en la etiqueta de precio: entre 300 y 500 euros, frente
a los 2.000 o 3.000 que cuesta un bolso de lujo. Eso en el mejor
de los casos, porque modelos como el Birkin de Hermés puede
superar fácilmente los 10.000 euros.
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