Un vistazo a las adjudicaciones de cuentas habidas en el mercado español –o al menos a las que se han conocido- en las última semanas revela que un apreciable número de las mismas se han hecho a agencias independientes, calificativo con el que designamos a las que son de capital mayoritariamente nacional. Nombres como los de Darwin Social Noise, Pingüino Torreblanca, Infinity Media, DoubleYou o El Ruso de Rocky, entre otras, han sido protagonistas de esas informaciones, que en algunos casos se refieren a anunciantes o marcas de cierta relevancia. No se trata de elevar la anécdota al rango de categoría, y obviamente tampoco han faltado en fechas recientes las asignaciones a oficinas de multinacionales, pero el hecho puede ser un síntoma de la vitalidad de este grupo de compañías, al que se dedican unas páginas especiales en este número, y del papel significativo que tienen en el sector.
La creación de nuevas agencias, sean estas creativas –en este caso en mayor número- o de medios es una constante en la actividad del sector. Por un lado, el umbral de inversión que hay que superar no es muy alto y, por otro, en esta industria hay, como en todas, una proporción de profesionales que tienen o les sobreviene el espíritu emprendedor y en algún momento de su carrera intentan la aventura de crear su propia empresa.
Podría afirmarse que ese ánimo emprendedor sobrevenido es el que está detrás de un cierto número de las agencias independientes que se han convertido en jugadoras significativas del tablero publicitario nacional. La crisis que se inició en el curso 2007-08 tuvo como todas -aunque esta de manera especialmente intensa por su crudeza- un muy fuerte efecto de centrifugación de profesionales. Los numerosísimos despidos afectaron en muchos casos a publicitarios con dilatada experiencia y probada trayectoria que muchas agencias preterían en beneficio de plantillas más jóvenes, inexpertas y, sobre todo más baratas.
Esa fuerza de trabajo y talento encontró acomodo en unas ocasiones en mercados foráneos y en otras, en agencias de nuevo cuño, sobre todo creativas, como se decía más arriba, pero también de medios. Algunas de ellas han sabido comercializar y hacer valer en el mercado el talento de sus creadores, han sido capaces de moldear sus equipos y sus tarifas a las exigencias de momento actual del mercado, se han asentado en el mismo y contribuyen de manera notable a enriquecerlo y a dotarlo de mayor dinamismo.
En páginas interiores, los profesionales de agencias independientes consultados hablan de lo que sus compañías están aportando al mercado y de situaciones concretas en que la independencia ha supuesto una ventaja. Seguramente que algunos de ellos venderán su compañía a una multinacional en un futuro no muy lejano, siguiendo el ciclo habitual de los ecosistemas empresariales, pero por ahora el argumentario independentista se antoja válido y necesario en el mercado.
Eso sí, tan válido y necesario como el que defiende las bondades, conveniencia y capacidad para el éxito de las agencias dependientes, en este caso las multinacionales. En el mercado de las agencias lo que importa es la calidad del trabajo. La independencia no es una virtud per se, es una característica o, en el mejor de los casos, una opción.