El año pasado, Martín Sorrell declaró en una entrevista concedida a la revista The New Yorker que no planeaba abandonar su puesto al frente de WPP "hasta que me disparen". Hipérbole al margen, ciertamente un escenario en el que el famoso directivo británico hubiera permanecido aún varios años al frente de la compañía que fundó a mediados de los 80 parecía mucho más probable que su salida de la misma por la dimisión de su cargo hecha pública un sábado por la noche y días después de que WPP anunciara una investigación sobre su persona por "conducta impropia".
El hecho de que al tiempo de darse a conocer la dimisión se comunicara que la investigación quedaba cerrada privará de conocer los hallazgos de la misma y por tanto de un elemento importante para evaluar de un modo más completo la figura de Martin Sorrell. Al margen de so, no cabe dudar de que ha sido el profesional que ha determinado en mayor medida la estructura del negocio publicitario en general y del mercado de agencias en particular de los últimos cuarenta años. El sistema de financiación de adquisiciones de compañías que ideó cuando era el joven director financiero de
Saatchi & Saatchi y que propulsó a la famosa agencia británica al número uno mundial por volumen, generó una respuesta de sus competidores (notoriamente la creación de Omnicom) que inició la era de los grandes holdings y de la gran influencia de los mercados bursátiles en la industria de la publicidad.
Su sabiduría financiera y su audacia han hecho de WPP, en un recorrido que va desde la OPA hostil contra J. Walter Thompson en 1987 hasta hace unos pocos días, la mayor compañía de publicidad del mundo.
Estamos sin duda ante un hombre de negocios y estratega empresarial de enorme éxito. También ante una personalidad carismática y controvertida, muy proclive a expresar sus puntos de vista y con una singular y brillante capacidad de análisis de la situación económico-política general y del negocio (hay que insistir en el término negocio) publicitario en particular.
Todo ello ha contribuido a elevar a la publicidad a un rango dentro del mundo corporativo y el mercado bursátil que seguramente no tenía antes de su irrupción en el sector. Sir Martin Sorrell, y el modo en que ha construido y gestionado su compañía, con una muy fuerte impronta personal, ha definido sin duda una época de la historia de la publicidad.
También está claro que la valoración de ese modo de gestión no es universalmente positiva y basta para comprobarlo la muestra de opiniones de profesionales españoles que esta revista publicó en su servicio informativo AnunciosLive.
Sorrell era bien consciente, o al menos sus palabras así lo traslucían en ocasiones, de que la buena gestión de marca es fundamental y de que la capacidad creativa es lo que hace a este sector diferente y a las agencias, atractivas. Sin embargo su nombre no está precisamente ligado a lo que podríamos denominar sensibilidad creativa, sino a la férrea disciplina y exigencia financieras, la ampliación de márgenes y la búsqueda del mejor dividendo posible para el accionista. Y eso le ha valido, y le está valiendo ahora que se hace balance de sus contribuciones y actuación, muchas críticas y juicios negativos.
A partir de ahora el foco de interés de analistas, publicitarios y profesionales y clientes de las agencias de WPP estará centrado en el futuro del grupo WPP. Pero hoy es el momento de decir que la dimisión de Martin Sorrell ha cerrado una capítulo muy importante de la historia de la publicidad.