"El capital más importante de mi agencia baja por el ascensor todos los días a las 6 de la tarde", decía David Ogilvy, artífice de una de las fórmulas que, no cabe duda, ha triunfado en el mundo empresarial de las agencias de publicidad. ¿Las 6 de la tarde? ¿Esa es la hora habitual de salida en las agencias? Estas son ejemplos tópicos de descontrol horario, jornadas interminables y una exigencia de dedicación muy alta. Ahora eso se cuestiona porque el tema está en el debate social y porque, seguramente, no tiene sentido como manera sistemática de funcionar.
Hace unos meses, el mensaje navideño de Sra. Rushmore se centró, precisamente, en este asunto, con lo que ponía sobre la mesa una reivindicación o, para ser más exactos, una aspiración que está en el debate. El nacimiento de estructuras más pequeñas, que vienen con un bagaje diferente al del mundo de las agencias, y la explosión digital, que por un lado favorece un mayor equilibrio de los tiempos dedicados al trabajo y a la vida personal, pero, por otro, no nos engañemos, también puede prolongar hasta el extremo las jornadas porque permite dar una respuesta en cualquier momento y desde cualquier lugar, plantean un nuevo escenario. Pero abordar esa posibilidad no es solo cosa de las agencias. Para llegar a ser real necesita del consenso y colaboración, entre otros y, sobre todo, de los anunciantes, que protagonizan en muchas ocasiones situaciones de abuso con respecto a las agencias.
Por el momento, reconocen los profesionales con los que ha hablado Anuncios, es más una cuestión de buenos propósitos que de realidad. Incluso entre aquellas compañías de más reciente creación que presumen de contar con políticas de concienciación, "todavía está lejos de ser real", señalan algunos de los profesionales consultados que también se lamentan de que "esta vorágine de horarios no se puede mantener".
Especialmente si no se remunera de forma adecuada, como viene ocurriendo en los últimos años, antes incluso de la crisis económica. Históricamente, el salario pudo ser uno más de los atractivos inherentes al trabajo en agencias, como lo era la creatividad, la innovación, las buenas relaciones… pero, si bien todos estos elementos continúan, el referido a la remuneración ha pasado a la historia y no tiene visos de revertirse en el corto y medio plazo (aunque los últimos datos del estudio Salary Scope, hablan de una cierta recuperación). Y ello nos adentra en el que es, sin duda, uno de los temas más importantes a los que se enfrentan las agencias en este momento: el reto de evitar una fuga de talento, ese capital del que hablaba David Ogilvy, y seguir siendo un atractivo lugar de trabajo.