Se celebra esta semana una nueva edición de El Sol, el festival publicitario más importante de cuantos tienen lugar en nuestro país. El acontecimiento ya tiene relevancia de por sí, pero al festival de 2015 se le añade el simbolismo que le conferimos a determinadas cifras: El Sol alcanza este año su edición número 30. Lo que nació en Marbella en 1986 como un certamen de ámbito nacional y circunscrito a una competición entre piezas audiovisuales es hoy un evento que incluye un notable programa de conferencias (al hilo de la evolución seguida por otros festivales de similar cuño y siguiendo la estela que marcó Cannes) y una competición multimedia con numerosas secciones que desde 2003, no sin controversia, se abrió a la publicidad creada en los mercados latinoamericano e hispano de Estados Unidos. El certamen, por completar este somero repaso; ha tenido tres sedes: Marbella en la edición inaugural. San Sebastián desde 1987 a 2011 y Bilbao desde entonces.
El Sol, bajo sus diferentes denominaciones (la actual data de 2003) ha desarrollado a lo largo de su evolución un beneficio colateral de carácter social, valga la expresión, que es el de convertirse en punto de encuentro anual de los profesionales de las agencias (en especial de los creativos). En se sentido, las condiciones de San Sebastián se revelaron siempre como ideales y Bilbao no ha logrado tomar el relevo con total eficacia, pero aparte de esta cuestión, que no deja de tener una faceta anecdótica, el festival ha generado de forma indudable beneficios para la profesión. En sus primeros tiempos, porque ofreció, a escala nacional complementaria de la internacional que aportaba Cannes, un marco para reconocer el grado de excelencia en la creación y la producción al que había llegado una industria que en los años Ochenta conoció un desarrollo muy grande y rápido en nuestro país. El festival, con el paso del tiempo, creó y consolidó reputaciones y fue un espejo donde la industria local se reconocía y en la que generaba deseos de emulación y mejora. En ese sentido sin duda contribuyó al desarrollo y progreso de la creatividad publicitaria en nuestro país.
Ya en este siglo, y con internacionalización, el juego ha cambiado, obviamente. La competencia no es únicamente con colegas y vecinos, sino con una panoplia de compañías y profesionales mucho más amplia, y en se sentido la muestra creativa que ofrece el festival es más rica y la dificultad de obtener soles, mayor. En cualquier caso, eso no parece haber reducido, en términos generales, la apetencia de las agencias y creativos de nuestro país por conseguirlos, y el prestigio de los premios de puertas para adentro parece asentado y estable, y las mejores campañas creadas aqui siguen siendo inscritas para intentar ganarlos. El reto de la Asociación Española de Agencias de Comunicación Publicitaria (AEACP), organizadora del certamen es, de cara al mercado español, mantener y acrecentar el interés de las agencias por participar; y, de cara a la arena internacional, logra que el El Sol sea percibido como un certamen en el que participar merece la pena y ganar otorga prestigio. A ello se están dirigiendo los esfuerzos diplomáticos de la asociación, que debe lograr incrementar las inscripciones foráneas, no solo en números absolutos, sin en lo que respecta a agencias y países concurrentes. Pero, entretanto, es obligada la felicitación por el treinta aniversario.