El libro conmemorativo que ha editado la Asociación Española de Anunciantes (AEA) con motivo de su cincuenta aniversario, que entre otros contenidos ofrece un singular y detallado recorrido por la creatividad publicitaria española de las últimas décadas, ha tenido un inusitado eco en los medios, pues han sido cerca de 150 los que han informado de su aparición y han aprovechado para recordar algunas de las campañas publicitarias más populares que han jalonado la historia de la disciplina. El hecho es sin duda una prueba de la importancia que tiene la publicidad como manifestación y agente de la cultura popular y como parte de la memoria colectiva de una sociedad.
Esta respuesta informativa sin duda habrá satisfecho a la AEA, porque supone un reconocimiento del valor y presencia social de la publicidad más allá de los límites del sector, y supone un nuevo logro que añadir a los muchos que ha alcanzado la entidad en sus 50 años de historia y una buena manera de celebrar este notable cumpleaños. La AEA, en cualquier caso tiene muchas cosas que celebrar en estas fechas señaladas para ella. En primer lugar, cabe decir, es ya un éxito el propio hecho de haber alcanzado cinco décadas de existencia. Y después, como revela un repaso, siquiera sumario, a la cronología de la asociación que publicamos en este número, porque es muy notable su participación en la puesta en marcha y desarrollo de muchas iniciativas que han dado forma, sustancia profesional y entidad a la industria de la publicidad en España.
No todo han sido aciertos, lógicamente, y desde estas páginas también se ha señalado, pero hoy es hora de recordar que esta asociación -que nació con la humilde pretensión de defender la posición de los anunciantes frente a lo que se consideraban precios abusivos de los spots en TVE- fue parte relevante en la creación de instituciones de tanto peso en el sector como la OJD, el Estudio General de Medios y Autocontrol. Es muy notable también su labor de información a través de la constante publicación de libros e informes, de los que la más reciente muestra ha sido la última edición del Observatorio de la Publicidad, presentada recientemente. No han faltado tampoco acuerdos de procedimiento de todo tipo, con los que se ha tratado de regularizar y profesionalizar la relación entre los anunciantes y los diferentes agentes del mercado, pero sobre todo parece destacable la aportación de la AEA en tres campos: la autorregulación publicitaria, de la cual el citado Autocontrol es el buque insignia, y a la que muchos sectores empresariales se han sumado en lo que sin duda supone un ejemplo para cualquier otra actividad profesional; la defensa de la eficacia y el valor de la comunicación comercial, que tiene su más vistosa demostración en los muy asentados y prestigiosos Premios Eficacia; y su tarea de lobby, que se ha puesto de manifiesto en diversas ocasiones, sobre todo en tiempos más recientes, en los que ha sido notoria su tarea en contra de la supresión de la publicidad de TVE y en pro de su vuelta y su papel en la puesta en marcha y desarrollo de la plataforma Publicidad Sí.
El cincuenta aniversario es sin duda una buena ocasión para recordar estas aportaciones y el papel siempre protagonista que la AEA ha tenido en la trayectoria del sector publicitario español. Y también para señalar alguno de los retos que seguramente debe afrontar: uno, que está implícito en su propia lema (Comunicar para crear valor) es trabajar para que la función publicitaria y de marketing, y el trabajo de las empresas que colaboran con los anunciantes en esas tareas, recuperen la parte de valor y consideración que han perdido en los años de crisis; y otro, que dejamos como apunte al hilo de los contenidos que sobre sostenibilidad publicamos en este número, es contribuir a que este atributo de la actividad empresarial, considerado ahora un sine que non, tenga su papel en la comunicación comercial. Pero, en cualquier caso, felicidades.