El festival de Cannes ha entregado este año 1.143 leones, de los que 37 han ido parar a las agencias españolas. Al margen de la felicitación a las doce agencias premiadas, el dato puede dar para algunas reflexiones. La primera es que se ha inscrito desde España material más competitivo, o más material competitivo, que en los años inmediatamente anteriores, pues el número de premios es apreciablemente superior al conseguido en ninguno de ellos (el máximo anterior eran los 27 leones de 2009). Este buen resultado ha supuesto para España volver al grupo de los diez primeros lugares entre los países más premiados. En concreto se ha situado noveno (subiendo desde el decimocuarto puesto alcanzado en 2013) por detrás de Estados Unidos, Brasil, Reino Unido, Francia, Australia, Argentina, Japón y Alemania.
Esta lista de honor está compuesta, como puede verse, por las potencias publicitarias tradicionales, lo que indica que no se ha producido el relevo en la élite que la pujanza de algunos mercados emergentes podría hacer prever hace algunos años. A este respecto se puede apuntar que al abarcar el festival tan alto número de disciplinas, algunas de ellas relativamente complejas, los mercados en desarrollo quedan en desventaja, pues sus industrias publicitarias nos han alcanzado aún el grado de sofisticación de los mercados más avanzados.
El buen resultado de España, que no debe dejar de reseñarse, coloca al sector, en cierto modo, ante una doble paradoja o interrogante. Por un lado, es síntoma de que en las agencias de nuestro país hay talento suficiente como para desarrollar trabajos que compiten bien en el festival más exigente del mundo pero, por otro lado, está claro que el trabajo que vemos a diario en los medios o en otro tipo de acciones no resulta tan estimulante, así que cabe concluir que o no hay muchos anunciantes en España interesados en explotar verdaderamente el talento de sus agencias (o las circunstancias los han vuelto en extremo timoratos) o las agencias, por la razón que sea, no consiguen venderlo. La segunda cuestión es que la mayoría del trabajo español premiado son acciones pequeñas o mínimas y de difusión escasa, aunque probablemente muchas de las campañas de otros países con las que han competido serán igual de anecdóticas y pequeñas en sus respectivos mercados.