La última edición de El Sol estaba marcada por una fuerte e innovadora apuesta: avanzar hacia la separación de campañas y piezas como forma de superar la cada vez mayor distancia entre la práctica profesional, ya inevitablemente integrada, y los intereses económicos de los certámenes, marcados por su incesante crecimiento en número de apartados.
En ese sentido, El Sol ha dado un paso muy importante, pero que aún tiene que culminar, dado que permanecen categorías que no se entienden demasiado en esa dinámica de campañas/piezas, lo que ha contribuido a cierta confusión entre los delegados. Los apartados dedicados a campañas promocionales o de relaciones públicas son un ejemplo. Esos trabajos deberían haber figurado dentro del apartado Campañas, sin más. Por otro lado, en algunos apartados de piezas y en contra del reglamento, muchas de ellas se han presentado como casos (campañas). A pesar de todo, la dirección parece buena y, además y como ha podido comprobarse, no conlleva un menor número de inscripciones, sino al contrario. Falta un esfuerzo grande por clarificar y culminar el nuevo modelo.
Otra cosa es cómo esta apuesta se ha trasladado en forma de muestra accesible a los asistentes al festival. La sala donde se pasaba la sección campañas estuvo prácticamente vacía durante el festival. No es de extrañar, pues el rendimiento de una hora de visionado era escaso para el espectador. Con cinco minutos por caso, el pase general era tedioso al mezclarse casos (o piezas, como decíamos antes) de muy diferente nivel. Acortar la duración y mostrar solamente la lista corta, sin duda incrementaría mucho el interés por la que debería ser ahora la categoría estrella del festival, también como exhibición.
Por otro lado, aunque las estadísticas oficiales hablen de lo contrario, lo cierto es que la asistencia al festival dejó mucho que desear. Cada vez más, los delegados aparecen solamente el sábado y ya no todos se dan una vuelta el sábado por la mañana. La verdad es que no se entiende que las agencias desperdicien la oportunidad que supone para los más jóvenes de sus plantillas asistir a este curso acelerado de estrategia y creatividad, especialmente en el apartado Campañas (habida cuenta de que las piezas sueltas son ya de conocimiento general por otros medios). De otra forma, el festival podría llegar a quedar  sólo como una forma de sostener a la asociación por una vía indirecta, una especie de lotería para conseguir fondos de las agencias en la que el premio es la proyección pública que da un trofeo.
Por último, no queda más remedio que referirse a un asunto peliagudo: que una misma campaña haya sido premiada dos años consecutivos cuando el reglamento prohíbe expresamente que una misma pieza se presente a más de una edición. La organización y la propia agencia han dado argumentos que recogemos en el reportaje sobre el festival y que nos parecen más que discutibles.