No crean ustedes que van a estar dos meses rascándose la barriga. Ni hablar. Ya me encargo yo. Aunque hayan suspendido, aprobado por los pelos o ganado matrícula de honor les voy a poner deberes para estas vacaciones como que soy su profesor de Estrategias de Comunicación.
No se quejen, porque se van a llevar un solo problema en su cuaderno de vacaciones, que es el siguiente. Tomen nota. Jiménez, saque el cuaderno y no presuma de memoria, que la tiene de pez, pero de pez disecado. A ver. Para las campañas del cuarto trimestre: ¿Cómo vamos a comunicar, con qué tono, con qué recursos retóricos, a una ciudadanía que está cada vez más cabreada, escaldada, empobrecida o, en el mejor de los casos, menos dispuesta que nunca a gastar un euro? No he terminado, Garrido, saque de nuevo el bolígrafo y tranquilícese, seguro que su familia no se va a ir sin usted.
Una ciudadanía, continúo, Gandarias, que la veo, cada vez más desconfiada de promesas, de voces que van de arriba hacia abajo, de propuestas que esconden la letra pequeña, de supuestos liderazgos y de compromisos de cualquier tipo.
Esto lo preparan para campañas institucionales y de producto y me hacen un ejercicio para redes sociales. Sí, redes sociales Quintanilla, no me ponga esa cara que me va suspender usted también en septiembre.
Los de agencias me van a acompañar el trabajo con un anexo sobre cómo desarrollar todo el plan con un presupuesto en medios un 25% inferior al del año pasado y una rebaja de los costes de producción del 50%. Esa risita, Carracedo, guárdesela para fin de año, cuando hagamos balance. Por último, sí, no resople, Villalón, que aún hay más. Qué ganas tiene usted de que se le llene el bañador de arena, con lo molesto que es. Todo esto me lo traen con un plan de medición del ROI, los de anunciante, y previsiones de facturación para la red, los de agencia.
Ya he terminado ¡Quietos! He terminado de ponerles deberes, pero aún me van a oír un minuto más. Van a salir de sus despachos unos meses, van a viajar, o van a quedarse en casa, van a visitar otros países, o irse a un pueblo Aquarius. Disfruten lo que puedan pero tengan los ojos y los oídos abiertos. Mézclense con la gente, háganla hablar. Vivan en su piel por un rato. No ponga esa cara de asco, Molinete, hay vida más allá del aire acondicionado. Ahora sí. Pueden marcharse. Pásenlo bien y a la vuelta hablamos.
David Torrejón
Director editorial