Se ha cumplido una nueva edición de Cannes Lions y España la termina con un resultado de 48 premios. El palmarés es el más abultado de la historia de la participación de nuestro país en el festival, pero más allá de su constatación el dato no tiene gran interés, pues el constante crecimiento, a lo largo de los últimos años, del número de competiciones que alberga el festival hace bastante irrelevantes las comparaciones entre unos ejercicios y otros. En cualquier caso, cabe preguntarse: ¿qué tiene más mérito, los 48 leones de este año en un festival con veinte secciones, o el gran premio y los 24 leones logrados en 1989, cuando solo competían los spots?
El balance español está muy marcado por el éxito sin precedentes de Hologramas, la acción de DDB para No Somos Delito que después de cautivar a los jurados de El Sol ha hecho lo mismo, y de un modo rotundo, con las docenas de profesionales que han integrado los jurados de las ocho secciones de Cannes en las que la acción ha sido premiada. Una campaña festivalera en el mejor sentido del término y cuyo contenido ha conectado muy bien con un cierto espíritu de los tiempos. Un número tan alto de premios, entre los que se incluyen siete oros, podría tener un efecto banalizador sobre los mismos, pero al propio tiempo se puede argüir que cada sección de Cannes, por el número de piezas que compite en ellas y la composición de los respectivos jurados, es como un festival en sí misma y cada león conseguido, tanto los de Hologramas como los restantes 32 que han ganado las agencias españolas, tiene un alto mérito.
El palmarés español, por otra parte, se distribuye entre un total de trece agencias distintas, lo que no es mala cifra y habla, nuevamente, de que los creativos que trabajan en nuestro país son capaces de generar ideas y ejecuciones capaces a su vez de competir en la arena internacional más exigente. Otra cuestión, y no baladí, son las marcas y las dimensiones que están detrás de esos trabajos. En general (y está claro que hay excepciones), y como viene sucediendo en los últimos tiempos, los premios españoles en Cannes han sido para iniciativas de pequeño calado, acciones vistosas, sin excesivo presupuesto, y muy localizadas en tiempo y espacio. Está siendo muy difícil que las campañas que nuestras grandes marcas hacen para difusión y conocimiento de la gran masa de consumidores de nuestro país sean reconocidas (puede que incluso ni siquiera sean inscritas) en las citas internacionales relevantes. Cabe hablar aquí de nuevo, pues lo hicimos hace poco con ocasión de El Sol, de los mundos paralelos (cuando no divergentes) en que se mueve la creatividad de las agencias españolas: el trabajo cotidiano y más visible para las marcas, al que parece resultarle casi imposible despegar del terreno de lo correcto y lo prosaico, y el de los casos (o casitos) para festivales, donde hay mucho más brillo.
En lo que se refiere a las marcas premiadas en las campañas españolas, y aunque hay el consabido porcentaje de ONGs , el panorama es más estimulante, pues hay anunciantes como Unilever, Toyota, Opel, Skoda, Loterías, Ikea, Campofrío…
En cualquier caso, los 48 leones son un resultado digno para España al que la concentración de premios en Hologramas añade un plus de notoriedad, y eso solo puede ser positivo para la imagen del sector de agencias de nuestro país. Cannes Lions es el más grande escaparate de la industria publicitaria mundial y casi nada de lo que allí pasa es irrelevante, por mucho que haya quien siga considerándolo como una gigantesca verbena bañada en champán rosado e irrelevante a efectos del negocio. No puede serlo un evento al que acuden, por ejemplo y entre otros, los presidentes de los grandes holdings publicitarios y de las más importantes redes de agencias del mundo.