No sé si somos del todo conscientes, pero nunca se había vivido un periodo de tiempo tan corto, tan intenso y tan raro como este que hemos pasado recientemente. Y no hablo del verano, que también, sino del confinamiento justo antes del olvido estival en grupo.
 
Sí, ¿se acuerdan?, eso que nos pasó por encima antes de ayer. Bueno, pues ahora estamos en otro momento, el siguiente de aparente tranquilidad, pero bien raro también. No hace dos meses que nos soltaron y ya la estamos liando parda como si hace un año, qué digo un año, ¡un siglo! que hubiera pasado todo. Raro, raro...
 
PERIODO GRIS
Sobre lo sucedido en comunicación no política, que esa sí estuvo bien cargada de acontecimientos, en publicidad creo que hay mucho más que olvidar que cosas que recordar. Ha sido un periodo inquietantemente gris, triste y vacío, por mucha felicidad que intentaran fervientemente mostrarnos en los telediarios. Clientes, marcas, agencias, productoras… hemos cruzado un desierto caminando durante meses sin rumbo, esperando llegar a una orilla que solo vimos durante nuestras vacaciones. O esa es mi sensación.
 
Creo que difícilmente algunos anunciantes van a encontrarse un panorama tan proclive a invertir a tan buen precio y con un riesgo tan contenido en el fondo. Vamos, que se repita tener a millones de personas confinadas, aburridas, frente a una tele, con los precios por pase por los suelos y con una competencia desaparecida; si vuelve a pasar (y ojalá que no), es como cuando toca el número de la lotería justo anterior al tuyo. Una putada.
 
ACORRALADOS
Por cierto, con la mitad de los seres humanos e incluso no humanos, aburridos en sus casas, tirando de tarjeta en Amazon con o sin Prime, la inversión en digital también cayó. ¿En serio? No nos han encerrado, nos han acorralado física y mentalmente y las marcas sucumbieron al miedo también. Las agencias solo hemos podido ir al rebufo de las sonadas desapariciones y del craso error comercial.
 
Mala cosa el miedo en tiempos del cólera. Y ahora, ¿qué?
Ahora que aparenta que ya estamos pasando de pantalla, como en las antiguas máquinas de Arcade, parece que solo se puede acelerar a tope para llegar a la siguiente etapa del juego, pero realmente sin echar gasolina y sin reponer neumáticos ¿conseguiremos trazar los primeros giros que nos esperan en los próximos meses de vuelta al cole? Malamente.
Esperemos haber aprendido algo de todo esto, no vaya a ser que pasar de pantalla no sea tan buena idea, en el fondo. De momento, vayan echando otra moneda, que vienen curvas seguro.