Las relaciones públicas y la publicidad han sido, y siguen siendo en buena medida, el epítome de los llamados silos que con los años se fueron creando dentro de la comunicación comercial. Han sido las disciplinas más alejadas desde el punto de vista conceptual, presupuestario y de organigrama, participando de planes y estrategias diferentes, y muchas veces contradictorias, para las mismas compañías. Prueba de su distancia es el escaso, apenas testimonial, traspaso de ejecutivos habido de una disciplina otra a lo largo de décadas. En España y salvo en los tiempos pioneros, o en casos excepcionales como en el recientemente fallecido Ramón San Román, apenas se ha dado esa dualidad, al contrario que en otras disciplinas como el marketing directo, el promocional o incluso los medios. Solamente el salto de la función ejecutiva a la creativa se antoja de tal rareza, aunque haya ejemplos, como el de Fernando Herrero. En el trabajo que se publica en este número, diversos profesionales aportan las razones para este divorcio y no seremos nosotros quienes les corrijan. Pero sí queremos insistir en algo en lo que están todos de acuerdo: el mundo de las redes sociales ha hecho que la convergencia de esos dos silos sea ya una necesidad urgente.
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