
Alain Groenendaal, presidente y CEO de Grey América Latina desde 2008, no ha escatimado en expresiones para definir lo que era Grey hasta 2008: una organización que estaba en crisis, sin rumbo, con un pésimo ánimo interno y mala percepción exterior: la prensa hablaba de una agencia gris en su nombre y naturaleza, un dinosaurio y, por tanto, próxima a la extinción. Pero todo cambió a partir de 2008, ha señalado Groendendaal, porque había un plan para abordar una transformación dramática de la agencia y acabar con la cultura de mediocridad.
“Si Grey lo pudo hacer, cualquiera puede”, ha indicado en su intervención de esta mañana y, a continuación, se ha detenido en algunos de los aspectos que han permitido a esta agencia subirse al barco de la creatividad y lograr, en 2015, el mejor resultado de su historia en Cannes (festival al que no acudía desde hacía varios años).
Básicamente, Groendendaal ha hablado de una redefinición del tipo de trabajo, “hoy es imposible hacer campañas que no vibren en la cultura de la calle”, y de un cambio de valores: “de la cultura del dinosaurio a la rapidez”; de una apuesta por la cultura colaborativa, “en este negocio nadie hace nada solo” y de vencer el miedo, porque este paraliza la creatividad.
Tras mostrar diferentes ejemplos de trabajos de la organización en los últimos años, el ponente se ha referido a dos estudios realizados por la agencia: el primero entre altos cargos de compañías anunciantes, del que se deduce que lo primero que piden a las agencias es creatividad, por encima de cualquier otro servicio, y otro realizado con niños para determinar qué factores son los que limitan la creatividad, ante la evidencia de que, “está cayendo el nivel promedio de la creatividad en la gente”. En los niños, el exceso de vigilancia y control actúan como factores negativos y, por el contrario, dosis de independencia y libertad aumentan su capacidad creativa.
Y un aviso a navegantes: de forma muy ilustrativa (el relato de un hecho fisiológico en las distintas redes sociales) ha mostrado cómo el sometimiento al ritmo impuesto por los medios sociales es un ambiente muy negativo para la publicidad, porque no deja tiempo para la reflexión, para pensar.