El próximo 23 de septiembre, la Universidad Nebrija otorgará a Toni Segarra, uno de los indiscutibles profesionales del sector, el título de Doctor Honoris Causa 2021, a propuesta de la Facultad de Comunicación y Artes de dicha entidad. Segarra es el primer publicitario al que la Nebrija destaca con un doctorado de honor, con el que esta universidad ha reconocido al director de la Real Academia Española personajes, Víctor García de la Concha, al fundador de Grupo Planeta, José Manuel Lara, y al presidente de Grupo Zeltia y PharmaMar, José María Fernández Sousa-Faro.
Con ello, Segarra se convierte en el segundo publicitario español en conseguir esta distinción. En 2005, Luis Bassat, entonces presidente del grupo Bassat Ogilvy Iberia, recibió el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Europea de Madrid, y hace unos meses, la Universidad de Vic - Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC) aprobó concederle este título a propuesta de la Facultad de Empresa y Comunicación (FEC), aunque su investidura no se producirá hasta el próximo mes de noviembre. Esta coincidencia, señala Toni Segarra a Anuncios, “aumenta aún más mi asombro, si cabe. Y mi agradecimiento. Estar al lado de un gigante como Luis [Bassat] ya es un honor enorme. Por otro lado, me parece una excelente noticia para la profesión. Ojalá vengan muchos más en los próximos años”.
Cofundador de agencias como Casadevall, Pedreño & SPR, aunque su paso por esta fuera efímero, y de SCPF, donde desarrolló la mayor parte de su trayectoria profesional tras pasar anteriormente por otras como Vizeversa o Contrapunto, y en la actualidad al frente de la consultora de estrategia Alegre Roca (además de otras muchas iniciativas), junto con su anterior socio, Luis Cuesta, Segarra es uno de los profesionales más reconocidos de la publicidad española. Acumula no solo premios a sus trabajos, sino a su trayectoria y su aportación a esta industria (Mejor creativo publicitario del siglo XX, según una encuesta realizada por Anuncios; Académico de Honor por la Academia de la Publicidad, o CdeC de Honor por el Club de Creativos, entre otros). Todo ello, dice, le genera “la sensación de haber sido reconocido muy por encima de mis méritos, que no quiero ignorar, pero que son los que son. Así que cada vez que llega una noticia de este tipo me siento abrumado. Y, en todo caso, el sentimiento común es siempre el mismo: un profundo agradecimiento”.
En referencia a la distinción que le hace ahora la Universidad Nebrija, señala que ha vivido este proceso “desde lejos, asombrado y agradecido”. Un proceso largo, que tiene en cuenta la trayectoria, la opinión de gente notable y “supongo, que la relevancia que ellos [la Universidad] le adjudiquen a mi carrera”.
Crítico
Si bien declara tener mucho respeto a la Universidad como institución, “estudié Filología y fui muy feliz, y me sorprende y me emociona que se me considere merecedor de un honor tan notable”, tampoco ha ocultado nunca su crítica a la enseñanza universitaria de la publicidad, recuerda: “Creo que nunca se ha conseguido encontrar la manera ideal de hacerlo, y tengo serias dudas incluso sobre si nuestro oficio da para una carrera universitaria, o es más bien algo a aprender en formatos más técnicos y orientados a la acción. He hablado de este asunto con la gente de la Nebrija, que ha demostrado audacia concediéndome el doctorado a pesar de mis críticas, y que me reclama que les ayude a mejorar en la medida de lo posible. Y esa es ahora mi responsabilidad, tratar de pasar de la crítica a la aportación, algo infinitamente más difícil”.
'Elogio de la publicidad'
Así se titula el texto que Segarra ha preparado para compartir en el acto de su investidura y que, dice, no necesita mucha más aclaración. Con ello va a intentar “algo difícil, pero que me parece necesario”. “Me gustaría ser capaz de trasladar un poco de la fascinación y el amor que a mí me ha provocado siempre este oficio. Ojalá lo consiga, aunque sea mínimamente”.
Tampoco este es su primer reconocimiento en el ámbito universitario. Y admite que, en estos casos, se siente “un modesto y afortunado representante de un oficio que amo profundamente, y que no ha sido capaz jamás de explicar su extraordinario valor. Siempre he intentado que, en nuestro trabajo, y en nuestra presencia pública, hubiese dignidad, respeto, responsabilidad, y el máximo nivel posible, porque no hay justificación para lo contrario. Somos una profesión fácilmente criticable, y a menudo nos hemos comportado de modo que esa crítica tuviese sentido. Si hemos conseguido en algún momento alcanzar un cierto nivel de decencia y dignidad, y eso nos ha hecho aparecer en escenarios que merecemos pero que no nos son habituales, me siento especialmente honrado”.