"Think I'll pick up a sixpack of my usual beer for the game. Hang on, it says that Budweiser is the official beer of the World Cup, I'd better switch to that instead" - (no one, anywhere, ever).
Éste es un tuit de @DaveTrott, un gurú británico de esta cosa de la mercadotecnia a la que somos tan aficionados. No soy especialmente fan de este tipo de pontífices, pero me parece que en esta ocasión, la clava. ¿Para qué sirve ser patrocinador del Mundial? Supongo que recibiré tremendas críticas acompañadas de documentadísimos powerpoints llenos de ROIs estratosféricos, awareness nunca vistos y engagements de otro planeta. Vale, de acuerdo. Pero, en serio, ¿de qué le vale a una marca ser patrocinadora del Mundial a estas alturas del siglo XXI? Y voy un poco más alla, ¿de verdad es conveniente asociarse con la FIFA, una organización que a su lado Los Soprano parecen Los Flanders? Pues parece que, inasequibles al desaliento, todavía hay marcas que deciden continuar esponsorizando el tema.
Hagan un ejercicio rápido de memoria, sin googlear ni entrar en fifa.com. ¿Cuál es la marca de ropa deportiva oficial de Rusia 2018? ¿La bebida? ¿El proveedor de energía (¡¿¿??!)? ¿La línea aérea? ¿El coche? ¿La tarjeta de crédito? ¿La cerveza? ¿La tele? ¿El restaurante? ¿El fabricante de smartphones?
Les digo mi resultado personal en el Test de Conozca Usted a los Patrocinadores del Mundial: 4/10. Aquí les dejo las respuestas correctas para que validen el suyo: Adidas, Coca-Cola, Gazprom, Qatar Airways, Hyundai, Visa, Budweiser, Hisense, McDonald's y Vivo.
Francamente (disculpen la mala utilización del adverbio en estos tiempos de traslados de restos mortales), creo que al común de los mortales ni le va, ni le viene, esto del patrocinio.
Hoy es Hyundai, mañana será Tesla, antesdeayer fue Alfa Romeo (?). ¿Y qué? ¿Me va a molar mucho más un Hyundai Sonata porque cuando lo compre llevará una pegatina de "Sponsor oficial de la Copa del Mundo"? Tiro de memoria, pero la mejor ejecución futbolístico-automovilística que recuerdo fue una edición que sacó Opel, el Corsa Cup, en cuyo spot veíamos al vehículo avanzando hacia el arco contrario driblando jugadores al más puro estilo Mbappé (Florentino: es este) y marcando un golazo con un remate inapelable con la puerta del maletero. Y no creo que los concesionarios de Opel se llenaran con hordas de aficionados futboleros forzando el Plan Renove para la ocasión.
Sé que es una idea muy loca, pero quizás haya llegado el momento de invertir este pastizal que se dejan en patrocinios fiferos en realizar campañas de comunicación que les gusten a sus consumidores.
Y esto no es lo peor del Mundial. Lo peor son los intentos desesperados de las marcas que no tienen derechos por subirse al carro del evento. Esas pizzas que piden unos amigos vestidos con camisetas de España de Hacendado.
Esas casas de apuestas con matrioshkas decoradas con las equipaciones de las selecciones. Esos supermercados que, de repente, sienten los colores con una pasión que no se había visto desde que Tarzán Migueli era el central de nuestro combinado nacional.
Solo los lectores realmente viejunos comprenderán esto, pero esta situación me recuerda a un mítico tema musical de Los Payasos de la Tele: Mi barba tiene tres pelos, en el que se trataba de entonar el simpático estribillo (muy propio de
Alfred el crooner/cantautor profundo de OT, para que los más jóvenes me entiendan) sin pronunciar la palabra barba.
Pues este juego es igual pero sin decir nunca Mundial. Apuesta ahora en el evento en el que juega tu país*
* Porque estamos seguros que no podemos decir Mundial, pero igual tampoco podemos decir España, no vaya a ser que Rubiales se enfade y ya sabemos cómo se las gasta. Y aún existe una categoría más baja. La Fosa de las Marianas del patrocinio mundialista: pagarle tuits a Maldini. Marcas, recapaciten.