La tasa rosa o #womantax, es un movimiento reivindicativo de carácter feminista, originado por el colectivo francés Georgette Sand, y que ha encontrado en Twitter un altavoz implacable para denunciar cómo, aparentemente, existen productos idénticos - o con la misma función -, con precios distintos, sólo por estar dirigidos a mujeres.
Existen cientos de variables que afectan al precio que pagamos los consumidores finales. Y antes que nada, es importante recordar que, el precio es una variable del marketing, es decir, susceptible de ser utilizado para conformar el atractivo del producto. Cuando pensamos en productos de gran consumo podemos encontrar en todos ellos un genérico, un básico, que serviría para satisfacer una gran parte de las necesidades que buscamos resolver usándolo; aun cuando el atractivo, ya sea en marca, packaging, olor/sabor, o incluso, valor nutricional, estén por debajo de la media de mercado o sean, simplemente, inexistentes. Por ejemplo, pensemos en la marca primer precio de grandes retailers.
 
Cuando este tipo de productos se enriquecen, potenciando cualquiera de los atributos anteriores, surgen productos más sofisticados, que responden a una necesidad específica de un target de población identificado por el fabricante: "piel sensible", "extra nutrición", "apto para celíacos" son algunos de los cientos, miles, que podríamos enumerar. El marketing diseñará un packaging diferenciador, un plan de promoción y publicidad – necesita ser conocido- y también un precio distinto, entre otras muchas variables… Como consumidores, entendemos que distintos productos puedan contar con distintos precios.
Sin embargo, los productos denunciados por este colectivo, responden a algo distinto: lo son porque el target al que se dirigen es MUJER, sin ninguna otra variable adicional. Mujeres que, simplemente por el hecho de serlo, se consideran target comercial específico. Y la pregunta es, ¿se justifica comercialmente que exista una estrategia diferenciada de marketing por el simple hecho de captar la atención de las mujeres? Probablemente sí, dado que es una práctica visible actualmente.  Aunque en paralelo, me pregunto si esto es justificable desde una perspectiva de derechos y si es propio de sociedades igualitarias. Pregunté a una buena amiga, Mónica Saiz Martínez, socióloga experta en estudios de género y me respondió algo que tiene mucho sentido:
Rotundamente no, el considerar a las mujeres como un colectivo y no como lo que son, la mitad de la población mundial, es una práctica histórica propia del heteropatriarcado y de su mirada androcéntrica.  El otorgar a los hombres una posición central en el mundo, el considerar a los varones como lo genérico y universal y a las mujeres como "las otras" es una de las prácticas que perpetúan la desigualdad entre mujeres y hombres. La construcción de lo femenino como alteridad con respecto a lo masculino es un ejercicio de discriminación que vulnera los derechos de las mujeres.
 
Independientemente de todo lo anterior, hay dos consejos muy prácticos  a considerar en este mismo momento : el primero es que, fabricante, su producto puede ser objeto de críticas por este motivo en Twitter - #tasarosa #womantax – por lo que es recomendable trabajar con antelación en social media reputation. El segundo, encontrar nuevas oportunidades comerciales. ¿Por qué no fomentar una línea de productos de calidad, genéricos o unisex, cuya comunicación se comprometiera socialmente con la contribución real a la igualdad de hombres y mujeres? Tranquilos fabricantes (y sus agencias) seguro que a muchos hombres no nos importaría…
David Sánchez, CEO en nPeople