“Dar cera, pulir cera”. Los más ochenteros recordaréis esta mítica frase de la película Karate Kid. El Señor Miyagi, maestro de karate, tiene al protagonista de la película, el chaval del título interpretado por Ralph Macchio, limpiándole el coche durante días. Ese trabajo, el de aplicar cera al coche y luego pulirla, no tiene a priori sentido para un entrenamiento, pero en realidad es muy útil para ganar el combate al final del filme. Esta sabiduría, la de entender el propósito más allá de la tarea inmediata, es la que actualmente se vuelve más crucial que nunca.
La IA es la sospechosa habitual de la manipulación de la opinión pública y aún más en el terreno abonado de TikTok y similares. Hoy día podemos crear imágenes y vídeos indistinguibles de los creados por humanos, deepfakes, influencers digitales, pódcasts resumiendo un informe, hasta grupos musicales virtuales que triunfan. Podemos crear un contenido generado por IA con la voz de Trump que diga todo lo contrario a lo que él diría. Y también hemos leído multitud de casos en los que adolescentes con problemas de salud mental empeoran al usar ChatGPT como psicólogo por culpa de su servilismo y complacencia.
Todo esto nos obliga a una reflexión profunda, a ser más críticos que nunca con la realidad que se nos presenta. Las cosas no son como son, sino como se cuentan.
Y las organizaciones que habían caído en el edadismo, en fichar a personas cada vez más jóvenes con el mantra de que se necesitan perfiles "nativos digitales" o "con mentalidad startup", están descubriendo que la experiencia es un grado, y un grado muy necesario. La IA puede generar contenido a una velocidad vertiginosa, pero ¿quién juzga la calidad, la veracidad, la pertinencia o la ética de ese contenido? ¿Quién tiene la capacidad de discernir si una estrategia generada por IA es realmente innovadora o simplemente una repetición de patrones existentes?
Aquí es donde el pensamiento crítico, forjado en años de decisiones, errores y aciertos, se convierte en un activo valiosísimo. Los profesionales sénior, con su bagaje, son los "señores Miyagi" de nuestra era. Ellos y ellas han navegado por crisis, han visto tendencias nacer y morir, y han aprendido a leer entre líneas. Esa experiencia les otorga una capacidad de juicio que ninguna IA puede replicar.
Y las generaciones más jóvenes tienen que ponerse las pilas, aprender a poner en duda lo que tienen delante para poder identificar sesgos, detectar inconsistencias y, lo más importante, aplicar un filtro ético y estratégico a las propuestas de la IA. “Dar cera, pulir cera” para ganar el combate.

