Page 10 - MUJERES A SEGUIR 6
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# social


















































        Claudia Patricia Guachetá ha pasado casi toda su vida en las Autodefensas, como el resto de su familia. Dice que era una forma de proteger sus tierras frente al ELN y las FARC.


        «VolVeMos a ViVir entre aMenazas                        >>  paramilitares, bandas criminales y los que allí llaman “los mexicanos”, los
        y no sabeMos ni quiénes son. lo                           narcos de Sinaloa.
        úniCo que sabeMos es que nos                              “No lo sé bien, fui de las Autodefensas desde que tenía 2 o 3 años. Mis
        llegan aVisos. nos diCen que                              abuelos ya lo eran. Era una forma de defender nuestras tierras del ELN y
        dejeMos el Café y entreMos en                             de las FARC”, explica con la misma naturalidad con la que una campesina
        los CultiVos ilegales [CoCa]»                             sabe que va a llover. “Ocurrió que nos armamos de valor. Nunca entendí
                                                                  qué querían de nosotros. Nosotros no tenemos nada: solo unas tierras
                                                                  fértiles”, explica.  Arrastra tristeza, la de haber tenido que normalizar
                                                                  la guerra, la de haber vivido siempre en una región especialmente
                                                                  golpeada por el conflicto donde las madres se despedían de sus hijos en
                                                                  el colegio como si fuera la última vez. Podía pasar que no se volvieran a
                                                                  ver. Está acostumbrada a la violencia, a un país donde hace unos años
                                                                  estaba prohibido llevar casco cuando se iba en moto: una persona con
                                                                  esa protección no es identificable y una nunca sabe si el que dispara es
                                                                  joven, adulto, negro, blanco, mujer u hombre. Tampoco se podía llevar
                                                                  “paquete”: era el que disparaba.

                                                                  Lo terrible de su historia no es su pasado, que no haya vivido un día de su
                                                                  vida en paz; lo atroz es que todavía tiene miedo. “Volvemos a vivir entre
                                                                  amenazas y no sabemos ni quiénes son. Lo único que sabemos es que nos
                                                                  llegan avisos.  Nos  dicen  que  dejemos el café y entremos  en  los  cultivos
                                                                  ilegales [coca]”, apunta esta mujer que apenas llegó a bachiller. “Miedo es
                                                                  que te digan que te van a matar y luego no lo hagan. Es lo que sentíamos


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