El caso del centenario anuncio luminoso de Tío Pepe y su probable no retorno a su histórica ubicación en la Puerta del Sol madrileña ha llevado a la obra publicitaria a un terreno en el que normalmente no se la encuentra, que es el de su consideración como patrimonio cultural. Son pocas las obras que han logrado ese estatus, el cual les ha permitido su indulto, convirtiéndolas en excepciones de las leyes nacionales o las ordenanzas locales, y sólo por eso deberían merecer el apoyo de toda la profesión publicitaria. Por encima de El Sol o de Cannes Lions, el reconocimiento de su valor histórico y cultural es lo máximo a lo que pueden aspirar una obra publicitaria y sus autores.
Dicho esto, parece que el conflicto se circunscribe a un acuerdo entre la propiedad y la nueva inquilina del inmueble, la estadounidense Apple, dado que no se trata de una obra protegida, sino simplemente de una pieza publicitaria que tiene un permiso excepcional para ser exhibida al margen de las prohibiciones generales.
Lo cual no quiere decir que no se pueda pedir su restitución y, en ello, la publicidad tiene bastante que decir. Si todo depende de la actitud de la marca de la manzana al respecto, habría que hacerle entender a ésta que, justamente, han sido los sectores de la publicidad y el diseño los dos focos de su negocio que la han permitido subsistir en nuestro país en sus momentos más bajos y que, a buen seguro, hoy siguen siendo clientes de gran importancia para su balance.
Sería por tanto muy desagradecida la firma que fundó Steve Jobs si la primera consecuencia de la apertura de su establecimiento bandera en España fuera la desaparición de una las obras históricamente más destacadas de los publicitarios y diseñadores españoles. Una de las pocas obras de la publicidad gráfica española que se ha convertido en icono de toda una profesión. Mostraría una absoluta falta de consideración hacia quienes la han defendido desde hace años soportando estoicamente un diferencial de precio exagerado, no sólo frente a sus competidores, sino frente a sus mismas tarifas en otros países.
Eso, visto por negativo. Visto por positivo, Apple tiene la gran oportunidad de convertir este asunto en una forma de fidelizar aún más a esos clientes y de agradecerles su apoyo a lo largo de este tiempo, convirtiendo la reposición de Tío Pepe en su explícito homenaje a los diseñadores y publicitarios españoles. Homenaje más que merecido, pensamos. Esperemos que si Apple tiene algún asesor de imagen en España, le haga entender este otro punto de vista.