Llegamos a fin de curso con un montón de asignaturas pendientes para el nuevo que nos espera a partir de septiembre. La primera es una asignatura troncal, como se dice ahora, y consiste en alcanzar la tranquilidad en el ambiente económico. Desde la tranquilidad, aun partiendo de un tejido empresarial noqueado, sería posible reconstruir la economía a medio plazo. España es un país solvente y con recursos económicos y personales como para lograrlo, pero nada se puede planificar, ningún gobierno podría, en medio de esta tormenta financiera que no cesa.
Si en septiembre, cuando volvamos a estar con nuestros lectores, el panorama ha cambiado a mejor, podríamos aplicarnos a otras asignaturas de libre configuración. La primera es despejar el horizonte electoral, el que sea. La situación actual en la que el Gobierno dice una cosa y los hechos hablan de otra (proyectos que terminan en noviembre, cargos políticos de la Administración que empiezan a abandonar sus puestos, etcétera), debería de terminar cuanto antes. Y así llegamos a las asignaturas optativas entre las que se encuentran las de publicidad y el marketing. Y hay muchas para aprobar.
Una, como país, es trabajar desde ahora y en serio en una imagen que nos aleje definitivamente del tópico, un tópico que tanto nos está perjudicando en estos momentos. Un tema viejo, pero que si se hubiera enfrentado cuando se empezó a hablar de él ya no sería un tema. Aprendamos la lección. Pero también hay asignaturas optativas por actores. Para los anunciantes, la primera, es dar pasos de una vez para modificar el patrón de remuneración en el mundo de los medios, la parte del león de este negocio. No vamos a explicar una vez más por qué mantener un patrón del pasado, basado en los medios comprados, especialmente en la televisión y el GRP, en un mundo en el que los medios merecidos y propios son ya iguales o más importantes que los comprados es una locura.
Por parte de las agencias, también habría que esperar movimientos de fondo para adaptarse a la nueva situación y no sólo en cuanto a la famosa integración. El nuevo panorama mediático exige que los dos principales tipos de agencia, creativas y de medios, estén más cerca que nunca, aunque eso vaya contra la lógica imperante en los últimos treinta años. Paradójicamente, los clientes extraordinariamente grandes han pedido, y conseguido, equipos conjuntos a sus grupos. El resto debería empezar a pedirlo.
Y en cuanto a los medios, tanto convencionales como nuevos medios, la asignatura es encontrar el difícil equilibrio entre rentabilidad y respeto a sus usuarios; capacidad de generar ideas comerciales que sacien los deseos de sus clientes de salir de lo convencional y al tiempo respeten su capital de marca como medio, ya sea de entretenimiento o, más difícil aún, de información.
Retos que nos esperan dentro de unas semanas, y que seguramente seguirán siéndolo durante unos cuantos cursos más.