Entre bambalinas europeas se está jugando ahora mismo uno de los partidos más difíciles que tiene internet para consolidarse como medio publicitario.
La futura legislación comunitaria sobre la confidencialidad de los datos puede prohibir el uso de cookies, permitirlo o buscar todo tipo de caminos intermedios. La apuesta de la industria publicitaria en su conjunto (con la intervención de las asociaciones de anunciantes, agencias, organismos de autorregulación, medios e internet) es la autorregulación y así lo están defendiendo en las instancias y comisarías europeas implicadas en el asunto.
Del resultado de estas gestiones depende nada menos que el futuro de la publicidad en internet. No es que si se prohíben las cookies o se permiten sólo bajo autorización expresa del navegante, vaya a desaparecer la publicidad gráfica, sino que el medio en sí mismo pasará a ser un algo mucho menos interesante desde el punto de vista comercial y de iniciativas de nuevo negocio. Con el agravante de que al otro lado del Atlántico, los sitios seguirán ofreciendo segmentaciones por comportamiento, localización y otras posibilidades sofisticadas. Sin duda, sería un freno a la expansión de las iniciativas empresariales europeas en la red.
Porque, hasta la fecha, la cantinela de buscar un nuevo modelo no se ha traducido en una oferta de diferentes opciones para que quien quiera desarrollar un negocio en la web pueda elegir. Básicamente siguen siendo los dos mismos modelos de siempre: el pago y la publicidad, mezclados en diferentes proporciones. Y la publicidad, como se ha repetido desde el propio sector, pero hay quien desde fuera no quiere oírlo, no paga toda la fiesta, ni siquiera la mitad.
Es bueno que Europa busque un camino propio, como parece que va a hacer en cuanto a la neutralidad de los proveedores de servicios en la red, donde no va  a seguir la peligrosa deriva que ha tomado este asunto en Estados Unidos, pero debe huir de maximalismos que, aunque suenen aparentemente beneficiosos para los ciudadanos, al final supongan que éstos tengan menos oportunidades empresariales y laborales, o se informen, diviertan y comercien en negocios con sede fuera de la Unión Europea.